Las bodas malditas de la 4T

| 18:12 | Martha Anaya | Uno TV

Martha Anaya habla de la boda de Martín Borrego que celebró en el Munal haciéndola pasar como un evento cultural a lo que calificó como otra “boda maldita de la 4T”.

La periodista señala que ha vuelto a aparecer en el escenario de la Cuarta Transformación, desatando comentarios y controversias en un gobierno que pregona austeridad y cercanía al pueblo

“Sí, en esta época desde que los morenistas lograron el poder, las bodas se han convertido en eventos que generan escándalo, señalamientos y consecuencias para sus protagonistas”.

Martha Anaya

La primera de estas bodas, según relata Anaya, ocurrió antes de que Andrés Manuel López Obrador rindiera protesta como presidente. Fue el enlace de César Yánez, “el hombre más cercano a él, su escudero durante décadas”. Este evento, celebrado en Puebla, pasó a la historia como “la boda fifí”. 

“A esa boda acudió el propio Andrés Manuel y su esposa Beatriz, pero luego apareció en la portada de una revista. Bueno, se armó todo un escándalo y a César le costó la cercanía con Andrés Manuel; fue prácticamente congelado todo el sexenio y apenas ahora medio se está recuperando”.

Martha Anaya

La segunda boda que marcó un punto de inflexión fue la de la hija de Juan Collado, poderoso litigante con relaciones de alto nivel. 

“Esa boda mostró las relaciones políticas y cómo se conjugaban unos y otros: relaciones de dinero, de poder, de lujos. Sirvió de pretexto para ponerlo en la mira y llevarlo a la cárcel. Cuatro años estuvo ahí hasta que logró ganar sus procesos”.

Martha Anaya

La tercera boda involucró a uno de los hombres más poderosos de la 4T: Santiago Nieto, entonces jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera. Según Anaya, “Nieto se casó en Antigua, Guatemala, y todo salió a la luz cuando se descubrió un vuelo con dólares en efectivo. Esto fue suficiente para que le cortaran la cabeza políticamente”.

Ahora llega la cuarta boda, la de Martín Borrego, quien hasta septiembre era jefe de la oficina de la Secretaria de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena. Borrego, según Anaya, “pidió permiso para ocupar el Museo Nacional de Arte (MUNAL), bajo el pretexto de celebrar un aniversario de las relaciones entre México y Rumania. Pero eso sólo era el disfraz para celebrar su boda con un funcionario rumano. Todo esto salió a la luz y le costó el cargo”.

Martha Anaya concluye que estos eventos se han convertido en recordatorios irónicos de cómo el poder, el lujo y la austeridad no siempre conviven en armonía. La Cuarta Transformación enfrenta su propio espejo en estas historias, donde las narrativas personales terminan empañando los discursos públicos de cambio y sencillez.

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