Martha Anaya comenta que le ha tocado ver el Grito de Independencia desde la Presidencia de Miguel de la Madrid, así que cuenta cómo han sido a lo largo de la historia de México.
Nuestra analista recuerda que en ese año nadie festejaba porque se vivían graves momentos de austeridad y la gente no tenía ánimos de celebrar.
Martha comenta que después vino el mandato de Carlos Salinas de Gortari y sus primeros años transitaron también con dificultades, pero para mediados de su sexenio el Grito volvió a retomar fuerza, alegría y esplendor.
“Así pasó hasta que vino Ernesto Zedillo que todo el año 1994 fue terrible por el levantamiento zapatista, la muerte de Colosio y la devaluación”, recuerda Anaya.
Anaya platica que recuerda a la esposa de Zedillo sentada y llorando de tristeza por cuestiones personales en el Palacio Nacional, justo cuando terminaba la hegemonía priista.
Posteriormente siguió la época panista con la llegada de Vicente Fox donde el primer Grito fue una fiesta pero en el último todos los seguidores de Andrés Manuel López Obrador lo atacaron, por lo que fue a dar el Grito a León, Guanajuato.
“Luego llega Felipe Calderón y se ve un zócalo dividido, entre los seguidores de Andrés Manuel, unos festejando de un lado y otros por otra parte. Para mitad de su sexenio empezó una época de muertes, militarización y tristeza y eso trajo consecuencia en el propio Grito y sus festejos”.
Martha Anaya
Anaya cuenta que con la llegada de Enrique Peña Nieto se vio un control absoluto para entrar al zócalo, el acarreo de beneficiarios de todos los programas sociales y mencionó que nunca prendió en ese tiempo el Grito de Independencia.
“Ante el escándalo de Ayotzinapa y la Casa Blanca se dejaron de hacer festejos y banquetes o lo que fuera”, dice la analista.
Andrés Manuel López Obrador logra hacer un gran festejo en su primer año, ya que fue quien más logró llenar el zócalo con todos sus seguidores, sin embargo, ya lleva dos años seguidos dando su Grito en soledad sin una sola alma en el zócalo por la pandemia de COVID-19.
“Así es la vida y así es el grito”, finaliza Martha Anaya.