Luis Rubio explica que rumbo al final del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el cual el presidente autodenominó como transformador, comparándose en importancia histórica con gestas como la independencia o la revolución, hay un gran reto para estos días.
El analista explica que las ambiciones de este gobierno eran enormes, al igual que la retórica que buscaba convencer a la población de que estaba en marcha un cambio monumental. Sin embargo, a medida que nos aproximamos a la recta final, es evidente que los avances en temas cruciales han sido, en el mejor de los casos, marginales.
“En los asuntos realmente trascendentes como reducir la pobreza, como aumentar la capacidad de trascender de la población, mejorar su educación, mejorar sus oportunidades en el largo plazo (…) el gobierno acaba siendo una anécdota”.
Luis Rubio
El analista político, señala que aunque se han logrado algunos incrementos en los ingresos de la población, estos no son necesariamente sostenibles a largo plazo.
Rubio subraya un aspecto clave: el enorme poder que ha concentrado el presidente. Con este poder, las posibilidades de causar daño y destruir elementos importantes son enormes. Sin embargo, hasta ahora, el presidente ha mantenido una línea relativamente sensata. Ha hecho cambios, algunos de ellos necesarios, pero no ha infligido un daño trascendental que podría comprometer el futuro del país.
El verdadero reto, según Rubio, se avecina en septiembre, cuando el gobierno planea presentar una serie de reformas que podrían alterar radicalmente la naturaleza del país.
“Muchas de ellas podrían cambiar radicalmente la naturaleza del país y su futuro. Le podían dejar un legado terriblemente negativo y pernicioso a la sucesora. Ese es el gran reto para el mes de septiembre. Ojalá esto no se no se consolide, no se consume porque el costo sería trascendental”.
Luis Rubio