Guerrero vive una situación de emergencia

La Iglesia católica en Guerrero ha planteado una iniciativa controvertida: buscar una tregua con los grupos del crimen organizado que asolan el estado. Esta propuesta ha generado un intenso debate, dividiendo las opiniones a favor y en contra.

Por un lado, quienes apoyan la tregua destacan la desesperación de la población ante la violencia desenfrenada que viven a diario en el estado. La tregua, argumentan, ofrecería un respiro temporal, un alivio frente al terror constante. La Iglesia, con su amplia presencia e influencia, se valdría de la fe como herramienta para convencer a los criminales de participar en un alto al fuego temporal.

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Sin embargo, otros sectores se oponen firmemente. Consideran que una tregua no ataca la raíz del problema: el control territorial que ejercen los grupos criminales para facilitar actividades delictivas en diferentes partes de Guerrero como el tráfico de drogas, personas, la extorsión y el cobro de “derecho de piso”. En su lugar, argumentan por una estrategia de seguridad efectiva implementada por el gobierno, una que fortalezca las fuerzas de seguridad, desarticule las redes criminales y prevenga el reclutamiento de jóvenes.

La situación en Acapulco, Guerrero, ilustra la gravedad del problema. Su reconstrucción tras el huracán Otis está plagada de la corrupción del crimen organizado, que controla precios de materiales y obliga a la ciudadanía a comprar a proveedores específicos.

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Además, la polarización política que atraviesa México dificulta aún más que el gobierno atienda los problemas de seguridad. La ciudadanía exige un gobierno centrado en resolver las problemáticas cotidianas, como la inseguridad, la pobreza y la corrupción.

Urge que el gobierno tome acciones contundentes para recuperar el control territorial y garantizar la seguridad de la población.

En resumen, Carlos Elizondo menciona que la responsabilidad de mantener la paz recae en el Estado, pero este no está cumpliendo adecuadamente con su labor. La Iglesia busca una tregua de paz debido a la desesperación de los ciudadanos que viven en medio de secuestros y terror, sin embargo, su intervención basada en la fe, no cambiará la estrategia de negocio de los criminales.

Se necesita un gobierno concentrado en abordar estos problemas de seguridad en lugar de involucrarse en disputas políticas y polarizaciones.

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