En enero el 2023, López Obrador se reunirá en México con sus homólogos de Canadá y Estados Unidos, Joe Biden y Justin Trudeau, respectivamente.
Ante la petición del presidente de México, Andrés Manuel López Obrado, a su homónimo Joe Biden de aterrizar su avión presidencial en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, nuestro comentarista opina que primero se tuvo que tejer relaciones de amistad.
Explica que el presidente arrancó con una ilusión de liderazgo sobre una izquierda de América Latina que se estaba más ensanchando con el triunfo de Lula, De Petro, parecía que estaba en las condiciones adecuadas para poder liderar un cierto movimiento de izquierda en contraposición con América del Norte, Estados Unidos, etcétera, pero no ha querido, ni podido jugar ese papel.
Si revisamos lo que nos dijo el presidente que va a buscar en la reunión con el presidente Biden a principios del año entrante, pues nos habla de la integración de América Latina, de generar valor agregado entre ambos países, entre ambas regiones. La parte notable es sigue creyendo en el Libre Comercio como mecanismo de desarrollo.
Pero lo cierto, opina Carlos Elizondo, es que aunque le diga a Biden que en señal de amistad debería de aterrizar el avión presidencial de Estados Unidos en Santa Lucía, pues claramente el presidente no ha construido una relación de amistad con Biden.
Las salidas de AMLO han sido mínimas a Estados Unidos, a invitación de los presidentes tanto de Trump como que no asistió a la Cumbre de las Américas convocada por el presidente Biden. No es un jugador, digamos, con lo correcto en las reglas. Diplomático, donde tú vas a otros lugares para que los otros vengan a tu lugar, participas en cosas para que los otros participen contigo. Tú tejes estas relaciones personales para luego poder avanzar, siempre pensando en los intereses del país. Y lo que hemos visto, es un presidente que tiene filias y fobias.
