“A 111 años del inicio de la lucha por la Independencia de México y a 200 años de su consumación”, el embajador de México en el Vaticano, Alberto Barranco devela las dudas que existen alrededor de la excomunión del llamado padre de la patria, el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
“La respuesta es sí, pero no”, asegura Barranco, quien explica este dilema lingüístico e histórico.
De acuerdo con el experto, “la excomunión que promulgó el obispo de Michoacán, Manuel Abad y Queipo en contra de Hidalgo no es válida porque en ese momento no era obispo consagrado”, es decir, “no tenía el visto bueno de la iglesia católica, por lo que sólo era un obispo elegido”.
Lo mismo ocurrió cuando Francisco Javier de Lizana, quien fue arzobispo de la entonces Nueva España pero tampoco tenía el visto bueno del Vaticano, quiso excomulgar a Hidalgo.
“Hubo otras réplicas de la excomunión que se podría decir que tampoco son válidas”.
Sin embargo, el embajador asegura que la excomunión dictada por el Tribunal de la Inquisición, fue la definitiva. En ella, según el experto, “Hidalgo fue condenado porque se dijo que era un sedicioso, un hombre que había impulsado la violencia y había causado gran destrucción”.
En este punto, Barranco sostiene que previamente había un procedimiento en contra de Hidalgo en la Inquisición, el cual ya estaba archivado y en donde se acusaba al cura de hereje.
“Cuando estalla la lucha de Independencia se revive el anterior proceso, pero ahora con nuevos argumentos”, indica Barranco.
“En realidad Hidalgo sí fue castigado por haberse revelado contra el gobierno de la Nueva España”.
A pesar de esto, dice que “en el momento en que Hidalgo iba a ser fusilado, él decide confesarse y comulgar, con lo cual, tácitamente y de acuerdo con las reglas de la iglesia católica se levanta la excomunión”.
“Es decir, en el momento en que él [Hidalgo] asume su responsabilidad como cristiano, asume sus pecados y pide perdón a la iglesia y al mismo tiempo toma el cuerpo de Cristo, entonces se pierde la excomunión”.
Tal es así, que los restos de Miguel Hidalgo estuvieron originalmente en un convento franciscano en Chihuahua, posteriormente en el Altar de los Reyes, el altar más importante de la Catedral Metropolitana y finalmente estuvieron en la Capilla de San José; para después llegar a la Columna de la Independencia, dice el embajador.
Es por ello que Alberto Barranco asegura con firmeza que “Higaldo sí fue excomulgado, pero finalmente esa descomunión no prosperó”.