Alberto Barranco dice que es común culpar al presidente Porfirio Díaz de haber trocado al 15 de septiembre la tradicional ceremonia del Grito que se hacía el 16 en la madrugada, como lo había hecho en 1812, dos años después del inicio de la gesta en que los mexicanos se rebelaron contra la Corona española, Ignacio López Rayón, quien fuera secretario e ideólogo del “padre de la patria”, allá en Huichiapan, hoy, Hidalgo.
Al mismo tiempo se estaba contraviniendo lo que se había dispuesto en la Constitución de Apatzingán, la primera semilla del México libertario que decía muy clara que la celebración debía hacerse el 16 en la madrugada, tal como lo menciona el embajador de México en el Vaticano.
Barranco recuerda que a don Porfirio le convenía la carambola de dos bandas, de haber matado dos pájaros de un tiro, porque la noche del 15 se celebraba su fiesta de cumpleaños, pero él no hizo el cambio, sino el 11 veces presidente Antonio López de Santa Anna quien realizaría el cambio por una razón: la madrugada del 16 le producían intensos dolores por el frío en el muñón de la pierna que le fuera arrebatada por una bala de cañón de los franceses.
El periodista dice que sería el propio López de Santa Anna quien ordenaría que se estrenara el Himno Nacional Mexicano el 15 de septiembre de 1854 en el teatro que llevaba su nombre, situado en la calle de Vergara, hoy Bolívar, y hoy desaparecido.
Barranco menciona que al mismo tiempo el Himno Nacional Mexicano se convirtió en símbolo patrio en 1943 en la época del presidente Manuel Ávila Camacho. Lo que hizo Porfirio fue mandar traer el esquilón de San José, es decir, la campana del poblado de Dolores que había tocado el cura Hidalgo.
La campana vino en una procesión que siguió la ruta de la Independencia hasta el monte de las Cruces; sin embargo, a diferencia de Hidalgo, este desfile siguió y entró a la capital en forma solemne. Después vendría el hecho de subir la pesada campana hacia el nicho especial que se le había colocado arriba del balcón central de Palacio Nacional.
El periodista señala que a partir de entonces la campana recuerda la gesta y ésta “canta la libertad como himno hacia el México que todos queremos”.