Alberto Barranco, embajador de México en el Vaticano relata cómo “ante una multitud calculada en 60 mil personas diseminadas en la plaza de San Pedro en una mañana gélida y brumosa, el Papa Francisco presidió las exequias del Papa emérito Benedicto XVI”.
De acuerdo con el representante mexicano, “el momento más emotivo del evento al que asistieron dignatarios de algunos países europeos se dio cuando estaban cargando el féretro para llevarlo a las grutas del Vaticano donde será inhumado y los asistentes empezaron a gritar “santo súbito, santo súbito”.
Según con Barranco, dicho grito “es que se acelere del proceso de canonización del Papa que en su momento podría llevarlo también a ser declarado Doctor de la Iglesia”.
Sin embargo, dice “entre el dicho y el hecho tendría que demostrarse fehacientemente un milagro hecho por la interseción del teólogo alemán”.
“Lo cierto es que había una gran cantidad de personas que habían desfilado desde el lunes pasado ante el cuerpo que estaba expuesto totalmente a la vista de los fieles ayer dentro de la Basílica de San Pedro”.
Tras las exequias ofrecidas por el Papa Francisco, “el cuerpo de Benedicto XVI será sepultado exactamente en el mismo lugar donde estuvieron los restos del Papa Juan XXIII y del Papa Juan Pablo II antes de ser canonizados”.
Barranco destaca que “el féretro del Papa emérito, Benedicto XVI llevaba dentro tres cosas: una bolsita con todas las medallas que se habían acuñado dentro de su pontificado de ocho años, al mismo tiempo estaba un rollo en el que se narran los hechos fundamentales justamente de su paso por el trono de San Pedro y también estaban ahí sus elementos de carácter jerárquico, por ejemplo las estolas llamadas tiaras que le daban la potestad como Papa y que le dieron en su momento la potestad como obispo”.
A este hecho, en analista también resalta que “son tres los féretros que encierran el cadáver del Papa emérito, uno de ellos, está hecho de arce otro de ellos, está hecho de caoba y el último, el que el que guarda los restos realmente está hecho de zinc con la intención de preservar el cuerpo lo más posible en caso de que fuera canonizado”.
“Una ceremonia impresionante en virtud de la gran cantidad de concelebrantes, había 120 cardenales, 400 sacerdotes y ahí estaban también las palabras que dirigían, en varios idiomas, aquellos que estaban pidiendo justamente porque descanse el alma del Papa emérito, Joseph Aloisius Ratzinger, el hombre que renunciara al pontificado causando un escenario inédito: el que hubiera dos Papas”, concluye Alberto Barranco.