A punto de cumplirse un año del inicio de la guerra entre Ucrania y Rusia, el embajador de México en el Vaticano, Alberto Barranco reflexiona sobre el conflicto armado, toda vez que “Europa pareciera ya haberse habituado a la vecindad de la muerte y la destrucción”.
“Con una ola de Turismo creciente hacia las ciudades ajenas o por lo menos distantes del estruendo de los cañones, pareciera que el único eco en relación con este horror es el que el Papa mantiene en forma prácticamente permanente”.
Sin embargo, Barranco señala que “las secuelas de la guerra siguen causando estragos entre la población en el marco económico”, pues “se ha encarecido tanto el gas natural con la dependencia que tenía Europa de Rusia”.
“Estamos hablando de la electricidad, del gas para uso doméstico y estamos hablando naturalmente de la calefacción en una época en que se reclama tener alguna protección”.
“Al mismo tiempo, el analista asegura que “las materias primas provenientes de Ucrania, fundamentalmente granos, se han encarecido justamente por no tener una oferta que realmente satisfaga la demanda”, además de que “se va prolongando cada vez más el crecimiento de la migración, el crecimiento de la inseguridad y al mismo tiempo también de los estragos internos que se han dado al interior de los países en conflicto”.
“Estamos hablando de desintegración familiar, de ruptura de las cadenas de valor con cargo al desempleo. Estamos hablando también de una situación de desesperanza que está creando un ambiente de depresión, de situaciones que están llevando a tener problemas graves de carácter mental”.
Por ello, Alberto Barranco cree que “una vez que se termine la guerra en Ucrania vendrá una segunda etapa, la de la reconstrucción material y tendría que haber una reconstrucción del interno de las personas afectadas, médicos que ayuden a las enfermedades, pero también médicos del alma”.