No todos los platos que se crean en un restaurante pasan por las llamas. No obstante, para Mónica Patiño, una de las chefs mexicanas más reconocidas a nivel mundial, absolutamente todas las recetas precisan de un fuego especial y personal llamado pasión.
Si falta, lo único que hay en el plato es apenas una ración sin personalidad.
De formas apacibles y una presencia total, esta capitalina de 60 años, dueña de restaurantes como Delirio, Casa Virginia o La Taberna de León, ha llevado la comida tradicional mexicana y francesa a otro nivel: el de la reinvención y el reacomodo de los factores para servir un producto con los ingredientes tradicionales de siempre, pero con diferente gusto y significado.
Haciendo una ruta inversa de sus platillos, Patiño vuelve al origen. En su cocina, que ella misma define como "un quirófano desbordante de vida", se reúnen recuerdos de la infancia, lecciones aprendidas alrededor del mundo, sabores orgánicos de vegetales que ella misma cosecha y, sobretodo, la conciencia plena de que un platillo bien logrado no es más que el equilibrio perfecto entre el mapa que sugiere una receta, y la libertad de su imaginación.
"Como mujer, para estar a la cabeza de la fortaleza que representa tu cocina, hay que saber confiar en los sentidos, pero sobre todo, obedecer a la intuición y a la emoción". Mónica Patiño
Por eso, ante las puertas abiertas de uno de sus rincones más íntimos, no queda más que oler, sentir, mirar, tocar y escuchar con atención. Sus platos cuentan historias. Todas, distintas; todas, tocadas por el fuego: su fuego.
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Ahora mira a Mónica Patiño un poco más de cerca...