¿Cómo impactan el medio ambiente las muertes de los seres humanos?

La muerte no es amigable con el medio ambiente. Foto: Cuartoscuro

La huella que el ser humano deja en el medio ambiente no termina al morir:  la muerte no es amigable con el medio ambiente debido a que al momento en que las personas fallecen, empieza un proceso que degrada suelo, agua y aire durante mucho tiempo.

En México, como en todo el mundo, las costumbres refieren que los cuerpos sin vida de los seres queridos tienen dos destinos: la sepultura o la cremación; sin embargo, ninguna de las dos opciones son amigables con el medio ambiente.

Para poder llevar los restos mortales de las personas a los panteones, es necesario utilizar muchas toneladas de cemento y otros materiales de construcción para poder cubrir las tumbas.

Y para la cremación  se queman grandes cantidades de gas; se calcula que con cada cuerpo se arrojan a la atmósfera 400 kilos, en promedio, de dióxido de carbono.

El ataúd

Otro de las cosas que tienen un impacto negativo en el medio ambiente tras la muerte es el ataúd.

El material con el que está hecho el ataúd, en el que reposarán los restos mortales de las personas, no es de materiales biodegradables, pues, en su mayoría, están hechos de metal.

El proceso de embalsamamiento

Todos los cuerpos de personas fallecidas son sometidos a la técnica de embalsamamiento que ayuda a que los cuerpos retrasen el proceso de descomposición y con ello se les pueda dar el último adiós.

Esta técnica tiene un  impacto en el medio ambiente, pues para llevarla acabo cada año se utilizan millones de litros de sustancias químicas que con el tiempo se filtran a la tierra. En las aguas freáticas debajo de algunos cementerios se han encontrado las sustancias empleadas para embalsamar.

¿La muerte puede ayudar al medio ambiente?

Pese a que la mayoría de las practicas para tratar el cuerpo sin vida de las personas representa un impacto negativo para el medio ambiente, se trata de la reducción orgánica natural de los restos humanos para que ayuden a que se regresen los nutrientes corporales a la tierra, promoviendo el crecimiento de las plantas.

De acuerdo con Lynne Carpenter-Boggs, investigadora en ciencias de la tierra en la Universidad Estatal de Washington, esta técnica podría ser la respuesta para ayudar al medio ambiente después de la vida.