¿Las mujeres que abortan pueden caer en depresión?

Un estudio en la CDMX reveló que aún existen estigmas sociales en torno al aborto. Foto: UNAM

El 24 de abril de 2007 fue aprobada la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en la Ciudad de México (entonces Distrito Federal), y hasta el 6 de junio de 2018, la Secretaría de Salud de la Ciudad de México reporta haber atendido a 196 mil 375 usuarias.

A la par del reto que implica brindar atención a las mujeres que demandan el servicio y de darles seguimiento médico para evitar complicaciones, está el de atender la salud mental de quienes decidieron interrumpir su embarazo.

Síndrome postaborto

En México, la doctora Luciana Ramos Lira, investigadora adscrita a la Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, lleva a cabo un estudio con el objetivo de determinar si el aborto es un factor asociado con la depresión y ansiedad en mujeres que realizaron una ILE en la Ciudad de México.

Algunos investigadores afirman que las mujeres que interumpen su embarazo se verán afectadas mentalmente y desarrollarán un llamado síndrome postaborto, pero los estudios en que se sostiene esta hipótesis han sido criticados por tener muchos problemas metodológicos. En México, la investigación en torno a este problema aún se encuentra en una etapa temprana, considerando que la despenalización es muy reciente y solo aplica en la Ciudad de México, señaló.

¿Puede una mujer que abortó caer en depresión?

En vista de que no existen instrumentos o existen muy pocos adaptados sobre las variables relevantes para la población de interés, el proceso de revisión, selección o construcción de estos requirió gran esfuerzo conceptual y técnico. Por ejemplo, ¿cómo medir qué tanto las mujeres deseaban estar embarazadas?, o ¿qué estrategias ponen en marcha para lidiar con el estrés que causa un embarazo no intencional?

Realizamos un primer estudio piloto en una clínica de interrupción legal del embarazo, en el cual participaron 114 mujeres; la mayoría se encontraba muy satisfecha por realizar el procedimiento debido a que esas mujeres tenían muy claro lo que no querían. Por ejemplo: exponer a sus hijos a carencias económicas o no tener condiciones mínimas para la crianza de otros hijos o interrumpir su desarrollo laboral o educativo, explicó la investigadora.

Los resultados obtenidos muestran que no existe una relación directa entre la interrupción del embarazo y experimentar síntomas de depresión. Lo que sí existe es una asociación entre las condiciones psicosociales en que se lleva a cabo dicha interrupción y el malestar que algunas mujeres pueden experimentar después.

De las mujeres entrevistadas en el estudio, una cuarta parte (26.3%) presentó síntomas de depresión una semana después de haber realizado la ILE. Además, en el estudio se encontró que los principales factores que aumentan la probabilidad de presentar síntomas depresivos después de la ILE son el estigma alrededor del aborto y la salud mental previa de las mujeres.

Lo que identificamos es que las mujeres no se deprimen por el hecho de abortar, porque suelen estar aliviadas luego de la ILE; sin embargo, a algunas les pesa el estigma que existe en torno a esta decisión. Sobre todo cuando piensan en el juicio negativo que otras personas importantes pudieran llevar a cabo si se enteran, enfatizó Ramos Lira.

En cuanto a la salud mental previa, la investigación reportó que si las mujeres tenían antecedentes personales de depresión, la probabilidad de presentar sintomatología depresiva era más elevada en comparación con quienes no tenían esos antecedentes.

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