El deterioro de la capa de ozono es aún un problema sin resolver, por lo que es necesario mantener la vigilancia y continuar con las acciones para su preservación, afirmó Michel Grutter de la Mora, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El universitario recordó que en 1985 científicos descubrieron que la capa de ozono tenía un agujero sobre la Antártida y emitieron una alerta mundial.
Dos años después se firmó el Protocolo de Montreal para reducir la producción y consumo de sustancias causantes de ese daño, como los clorofluorocarbonos (CFC), presentes en una amplia gama de aplicaciones industriales, aerosoles y frigoríficos. La identificación científica del problema y el compromiso global para reparar el ozono estratosférico han demostrado que la sociedad puede actuar responsablemente, pero no debemos relajarnos, remarcó.
Tras reiterar la necesidad de mantener la vigilancia de los sistemas de medición atmosférica para conocer la concentración de CFC, Grutter de la Mora señaló que en la actualidad estos gases han disminuido de manera significativa, pero se sustituyeron por los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), que aunque no deterioran el ozono, sí contribuyen al efecto invernadero y al cambio climático.
Hace unos años nos percatamos que los HCFC tienen un potencial de calentamiento global considerable, entonces supimos que el problema de la capa de ozono y el cambio climático están vinculados por ser de naturaleza atmosférica, advirtió.
Reconoció que en cuanto al dióxido de carbono (CO2), uno de los principales causantes del cambio climático, no se ha encontrado una solución porque se siguen quemando combustibles fósiles de manera descontrolada.
Finalmente, el académico universitario insistió en la necesidad de no bajar la guardia con la recuperación de la capa de ozono ni considerar que el problema está solucionado, pues han surgido otras situaciones como el cambio climático que se relacionan y que debemos vigilar.