En Rusia se está volviendo tendencia la práctica del Biohacking, una técnica de intervención del cuerpo a fin de mejorar su rendimiento, facilitar tareas de la vida cotidiana o incluso mejorar la calidad de vida a través de la tecnología, pruebas médicas intensas o ejercicio extremo.
Por ejemplo, Alexéi Rautkin, un programador de 24 años que se implantó un chip en la mano para abrir la puerta de su oficina con tan solo un movimiento.
Decidí hacerlo hace mucho tiempo [...] es práctico y de alguna manera es algo único: nadie más lo tiene", dijo.
Aunque esta práctica no es exclusiva de Rusia: en Silicon Valley, California, Estados Unidos, y en otras partes del mundo, algunas personas ya ya se han implantado chips para hacer arrancar los automóviles, encender los teléfonos, ordenadores o impresoras, controlar la temperatura y almacenar información médica.
Todavía son pocos en Rusia, pero los foros de internet, las conferencias y las empresas especializadas en el tema se están multiplicando.
El experto que implanta este tipo de chips trabaja desde su apartamento y cobra 2 mil rublos; es decir, unos 30 dólares por el implante poco más grande que un grano de arroz.
Afirma haber efectuado unas cincuenta operaciones en personas con un perfil similar: hombres de 35 años o menos.
Vida eterna
Otros quieren más que el simple implante de un dispositivo. Para Stanislav Skakun, el objetivo es prolongar la vida, potencialmente hasta el infinito: es el transhumanismo, que aboga y prevé la emergencia de un "hiperhumano" casi inmortal.
Todavía no he encontrado un chip útil para prolongar la vida", contó el empresario de 36 años.
Skakun acude regularmente a una clínica privada para hacerse análisis de sangre cuyos resultados determinarán su estilo de vida. Forma parte de una rutina que se ha impuesto hace cinco años. Mide cientos de marcadores bioquímicos y consume a diario una cantidad de vitaminas y de suplementos alimenticios.