En días pasados, se denunció en redes sociales el supuesto plagio de diseños textiles mexicanos por parte de la marca española Mango.
En dicha publicación, se muestran prendas con reproducciones de Tenangos hidalguenses, cuya flora y fauna multicolor es inconfundible que son realizados por artesanos indígenas mexicanos de la comunidad otomí del estado.
Sin embargo, Mango no sólo plagió los bordados mexicanos de Hidalgo. En su última colección presenta diseños similares a los bordados textiles de estados como Puebla, Oaxaca y Chiapas.
Si bien la determinación sobre el plagio requiere de una valoración jurídica por parte del Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI), la similitud de los bordados presentados por la boutique europea es innegable.
No es la primera vez que los diseños artesanales mexicanos pasan por este tipo de situaciones, a penas a inicios de este año, la también marca española Intropia fue acusada de copiar el diseño de un huipil chinanteco, que comercializó bajo la descripción de bordado azteca, toda vez que pertenece al estado de Oaxaca, así mismo, en 2015 la diseñadora francesa Isabel Marant fue señalada por plagiar un patrón de bordado, típico de la comunidad Mixe.
El uso de los patrones y diseños artesanales mexicanos es permitido siempre y cuando quien lo utilice no los acredite como propios.
Para proteger los diseños mexicanos que son parte del patrimonio cultural y por ende a los artesanos y la economía local, es necesario poner en la agenda pública la regulación y protección jurídica de la propiedad intelectual de los diversos trabajos realizados en el país, tal como lo hace la denominación de origen.