La presión sobre los bolsillos de la clase media y popular mexicana aumenta y es que los precios cerraron 2017 con un aumento del 6.77%, ligeramente más de lo previsto por las principales casas de análisis y muy por encima del rango objetivo del Banco de México (Banxico) -entre el 2% y el 4%-.
Representa la cifra más alta desde mayo de 2001, hace casi 17 años, y duplica con creces a la registrada un año antes (3.36%).
Cabe precisar que el repunte de la inflación en el tramo final del año recién tiene un primer efecto negativo sobre las familias menos favorecidas, que vieron mermado su poder adquisitivo y afrontan ahora un 2018 difícil en cuestión financiera.
La inflación subyacente, una variable que descuenta la evolución de los componentes más volátiles, como la energía o los alimentos, creció un 4.9% en el último año: el grueso del incremento vino dado por el encarecimiento de los energéticos y la comida.
En gran parte, se arrastran los efectos del gasolinazo, el súbito aumento del precio de los carburantes tras la liberalización del mercado en enero de 2017. Pero no solo: en los últimos meses lo que más ha pesado sobre el alza de precios ha sido la depreciación acumulada del peso mexicano frente al dólar, que ha encarecido las importaciones de bienes básicos.
Productos que más subieron entre diciembre de 2016 y diciembre de 2017:
- Las frutas y las verduras (+180.6%, con la calabacita, la zanahoria y el chayote a la cabeza)
- Los energéticos (+17.7%, con el gas LP de uso doméstico picando hacia arriba)
Por el contrario, la vivienda fue la partida que menos se encareció en el periodo: solo un 2.7%.
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