La economía mundial alcanzó un endeudamiento récord de 188 billones de dólares, es decir, 14.6% en comparación con la estimación del Fondo Monetario Internacional de abril de 2018 que se situó la deuda mundial en 164 billones, alertó la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.
De acuerdo con Georgieva esta cifra sin precedentes obedece a la deuda mundial de los sectores público y privado combinados equivale alrededor de 230% del producto interno bruto a nivel internacional.
A decir de la directora del Fondo Monetario Internacional, la deuda mundial por la que atraviesa la economía internacional se debe, en gran medida, al sector privado, refirió Kristalina Georgieva.
"El sector privado es uno de los principales impulsores de esta acumulación, que actualmente representa casi dos tercios del nivel de deuda total", Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional.
Sin embargo, señaló la responsabilidad de los entes públicos en estas cifras récord en materia de deuda mundial pues la deuda pública de las economías avanzadas está en niveles no vistos desde la Segunda Guerra Mundial.
"La deuda pública de los mercados emergentes ha alcanzado los niveles registrados durante la crisis de deuda de los años 80. Y la carga de la deuda de los países de bajos ingresos ha aumentado considerablemente en los últimos cinco años", Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional.
Los riesgos que ve el FMI en la creciente deuda mundial
La directora del organismo internacional consideró que esta situación de alta deuda mundial no es solo un riesgo para la estabilidad financiera sino que puede convertirse en un obstáculo para el crecimiento.
"La conclusión es que las altas cargas de la deuda han dejado a muchos gobiernos, empresas y hogares vulnerables a un endurecimiento repentino de las condiciones financieras", Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional.
Por ello, Georgieva pidió medidas para garantizar que "los préstamos sean más sostenibles", lo que incluye hacer que las prácticas crediticias sean más transparentes, y prepararse para la reestructuración de la deuda con "prestamistas no tradicionales", una aparente alusión a China, que se ha convertido en un acreedor importante para las naciones en desarrollo, incluso en África.