En esta época de Día de Muertos, una manera tradicional de honrar a aquellos a los que amamos y que ya se han ido, es colocar una ofrenda para compartir con los difuntos pan, agua, dulces y otros elementos.
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Pero ¿qué representa cada uno?
Retrato y objetos del difunto: se puede poner lo que nuestros seres queridos usaban o estimaban. Si el alma es de un niño, es costumbre ponerles juguetes. Para sentirlos más cerca.
Altar: Es una mezcla de culturas: los europeos pusieron algunas flores, velas y veladoras; y los indígenas agregaron el copal, la comida y las flores de cempasúchil.
Veladoras: Representan la esperanza y la fe. Además sirve como guía para que los difuntos puedan llegar a sus antiguos hogares y tengan alumbrado el regreso a su morada. Si los cirios o los candeleros son morados es señal de duelo; y se ponen cuatro en forma de cruz, que representan lo cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino a casa.
Comida: pan de muerto, mole, pollo, chocolates o todos aquellos platillos que nuestros muertos gustaban de comer en vida.
Copal e incienso: Este elemento era ofrecido por los indígenas a sus dioses y el incienso fue traído por los españoles. Las fragancias de ambos subliman la oración o alabanza y se usan para limpiar el lugar de los malos espíritus y evitar peligros.
Flores: Por sus colores son un símbolo de festividad, adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima. El cempasúchil, en muchos lugares se acostumbra desojarlo y poner caminos de pétalos para guiar al difunto hacia la ofrenda. Además de esta flor, se puede usar alhelí y nube, pues sus colores significan pureza y ternura y van más con ofrendas a las ánimas de los niños.
- Tradicionalmente, la ofrenda se coloca para los días 1 y 2 de noviembre, sin embargo, en otras partes de la República como en la zona sur, las personas también acostumbran:
El 28 de octubre, se prende la primera veladora y se coloca una flor blanca para recibir a las ánimas solas.
El 29 de octubre se prende otra veladora y se coloca un vaso con agua, dedicado a los difuntos olvidados y desamparados.
El día 30 de octubre, se enciende una nueva veladora y se incorpora otro vaso de agua, además de un pan blanco para los que se fueron sin comer o tuvieron un accidente.
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Finalmente, el día 31 de octubre, se coloca otra veladora y otro vaso con agua, más pan y fruta, esto es para nuestros ancestros (bisabuelos, tatarabuelos y más).
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