El pasado 6 de octubre fue aprehendido Juan Carlos N junto a su pareja, Patricia N cuando transportaba en un carriola restos humanos en Ecatepec, Estado de México. Desde entonces los datos que ha revelado el Ministerio Público han causado consternación tanto en México como en el mundo.
La Fiscalía del Estado de México aseguró que el presunto homicida dijo haber matado a 20 mujeres, de las cuales también abusó sexualmente y desmembró los cuerpos.
El presunto feminicida dijo que comercializaba los restos y las pertenencias de sus víctimas, incluso llegó a vender a una bebé, hija de una mujer a la que asesinó. La menor ya fue rescatada.
Datos de las autoridades indican que el feminicida confesó que inició los homicidios en 2012 y que su odio hacia el género femenino tiene origen en su madre que cuando era niño lo vestía de mujer y lo obligaba a ver cuando mantenía relaciones sexuales con diferentes parejas.
La doctora Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología de la UNAM asegura que los asesinos seriales matan algo de sí mismos en cada crimen y corresponde a un perfil de psicopatía, es decir, sufre de un trastorno de personalidad.
Ostrosky asegura que si crecemos y nos desarrollamos en un medio ambiente en donde no nos enseñan a regular los estados emocionales, y más bien se nos fomenta a odiar y ser hostiles, en un momento dado podemos llevar a cabo estos sentimientos hostiles.
La académica indica que desde el aspecto genético es importante enfatizar que no existen genes del bien y del mal, los genes regulan la producción de enzimas que a su vez regulan la cantidad de neurotrasmisores cerebrales.
Por ejemplo, modificando cromosomas específicos puede producirse un ratón asesino. Al cambiar las enzimas que regulan neurotrasmisores cerebrales específicos, incluyendo la dopamina, la serotonina, la noradrenalina, se puede modificar y alterar cómo se responde al medio ambiente y reaccionar de manera violenta ante estímulos no amenazantes. Y aunque la agresión es inherente al ser humano y parte de nuestra biología, la violencia se aprende, aseguró la doctora Feggy Ostrosky.
Juan Carlos N detalló que algunas de las extremidades de sus víctimas las guardaba en un refrigerador, y otros tejidos como la carne, le servían de alimento para perros; en tanto que la grasa corporal y la piel las colocaba en macetas como abono para plantas.
Su manera de operar era a través de su pareja que atraía a sus víctimas ofreciéndoles en venta ropa para bebés; las víctimas, en su mayoría, eran madres solteras jóvenes.
Pero si salgo, de una vez le digo a los patrones voy a seguir matando mujeres& Juan Carlos N.
Asimismo, el imputado señaló en un video de la fiscalía, que se filtró a redes sociales, que además conocía a los familiares de sus víctimas y disfrutó haberlas asesinado.
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