Amenazadas por los plaguicidas, la agricultura intensiva y los efectos del cambio climático, las abejas han encontrado en el estado Oaxaca, desde inicios del año 2020, un posible salvavidas: un santuario de girasoles.
Conmemorando el Día Mundial de las Abejas, unas 200 mil plantas de esa flor amarilla están cambiando el paisaje de campos que fueron azotados por la sequía en el municipio oaxaqueño Tututepec.
A finales de enero, agricultores habían colocado ya colmenas de abejas en plantaciones de girasol, para que pudieran recolectar el polen de unas flores limpias de químicos.
El girasol, una planta ornamental y oleaginosa originaria de Centro y Norteamérica, y utilizada para la extracción de aceite comestible, se adapta bien a las condiciones variables del clima y es considerada además muy útil para renovar la tierra.
La población de abejas "ha caído" en la zona porque "las abejas, inocentemente, van a un cultivo al que han aplicado pesticidas y, o mueren en el lugar, o regresan a la colmena y la contaminan.
Las abejas contribuyen a salvaguardar la biodiversidad
En México se conocen 46 especies de abejas sin aguijón, 12 de ellas son endémicas, algunas se crían para obtener miel, cera o jalea real, actividad conocida como apicultura.
La apicultura ha sido practicada por culturas tan antiguas como la maya y persiste hasta el día hoy.
Las abejas y otros polinizadores como los murciélagos, aves y mariposas contribuyen a salvaguardar la biodiversidad de los ecosistemas forestales y mantienen el equilibrio.
Además, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) calcula que más del 75% de los cultivos de alimentos en el mundo se debe al trabajo de los polinizadores.
En 2016 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instauró el 20 de mayo como el Día Internacional de las Abejas para sensibilizar sobre la necesidad de proteger a uno de los más importantes polinizadores.