Cuando Don Margarito sintió un piquete en su brazo derecho, no imaginó que se tratara de algo grave. Creyó que le había picado un mosco, pues no sentía dolor alguno. Un día después, su brazo se encontraba totalmente hinchado y le había aparecido una ampolla negra. Al transcurso de una semana otras vesículas brotaban y reventaban llenas de pus:
"En ocho días se pudrió todo, entonces era urgente que ese mismo día me trozaran el brazo", cuenta Don Margarito mientras muestra sus cicatrices.
Los médicos diagnosticaron loxoscelismo o picadura de araña violinista, por lo que le fue inyectado un antídoto que permitió a Don Margarito salvar el brazo y la vida misma. Tres años después realiza sus actividades cotidianas en la ciudad de Cuautla, Morelos.
La araña violinista puede identificarse por su tamaño, aproximadamente 2 centímetros de diámetro; y su color café castaño claro a oscuro. A diferencia de otros arácnidos, la parte inferior de su cuerpo es ovalada, no esférica. Tiene tres pares de ojos y a partir de ellos se forma la figura de un violín, origen de su nombre.
Las picaduras de araña violinista no son exclusivas de estados del país de gran vegetación y altas temperaturas. Un ejemplo es el caso del padre de Jaime Ruiz, quien fue picado en la pierna por esta araña en octubre de 2016 en la Ciudad de México. El veneno del arácnido inundó su cuerpo y falleció 48 horas después de haber sido internado.
La jefa del Servicio de Toxicología Clínica del Hospital Juárez de México, Patricia Escalante, afirma que en los últimos 10 años han aumentado los ataques por animales ponzoñosos en la capital del país, incluidos los de araña violinista. Recomienda atención inmediata en caso de una mordedura de este arácnido pues la velocidad en el tratamiento puede hacer la diferencia.
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