Durante varios meses "Mariana" buscó trabajo. Todos los días utilizaba las redes sociales y plataformas en Internet para postularse a distintas vacantes de empleo. Entre todas las ofertas encontró una que llamó su atención. Una empresa buscaba un "fotógrafo (a) de producto"; ofrecía laborar sólo medio tiempo (entre cuatro y cinco horas al día), no exigía experiencia y ofrecía un sueldo de entre 14 mil y 15 mil pesos al mes. Parecía el empleo perfecto pero no fue así.
Otra historia es la de Lucía. Afuera del metro Miguel Ángel de Quevedo de la Ciudad de México encontró el volante de una empresa que solicitaba supervisores, recepcionistas o telefonistas. El papel ofrecía una jornada laboral de "semana inglesa", con libertad para elegir el horario, no importaba si aún era estudiante y un sueldo semanal de dos mil pesos. No lo dudó. Marcó al teléfono y concertó una entrevista.
"Fui a las oficinas y entré. La dirección era calzada de Tlalpan número 1267. Había una pequeña recepción y tenían una libreta registrando a todas las personas que iban. Me pasaron al despacho y me hicieron las preguntas típicas que se hacen en una entrevista", cuenta Lucía.
Hasta ese momento, "Mariana y Lucía" no dudaron del "Consorcio Empresarial Marsal". Las dos fueron aceptadas e invitadas a asistir a una capacitación con duración de tres a cinco días. Las complicaciones, aseguran, surgieron cuando la capacitación se convirtió en clase de superación personal.
"Empezó a hablar de ganas de trabajar, de echarle ganas, actitud y superación personal", cuenta Lucía.
Éste no fue el único problema, ya que para obtener un contrato y conseguir el empleo "Mariana y Lucía" se vieron obligadas a pasar una "prueba de habilidades" y comprar equipo de trabajo. Mariana asegura que le exigieron adquirir una tablet o una computadora que vendía la empresa con valor de 4 mil pesos y una base de datos para tener acceso a la lista de supuestos clientes para los que trabaja el Consorcio Empresarial Marsal.
En el caso de Lucía la "prueba de habilidades" -la cual era requisito indispensable -consistía en vender ocho productos cosméticos de la marca Jashny con valor aproximado de 5 mil 600 pesos y un kit de demostración cosmética con precio de entre 140 y 200 pesos. Además, le ofrecían comprar un paquete de mil 500 pesos y así, ahorrarse el requisito de vender productos para la firma del contrato.
"Mariana y Lucía" decidieron dejar de asistir a las supuestas capacitaciones de trabajo, pues tuvieron dudas de la veracidad de la empresa y, aseguran, no van a pagar para trabajar.
Por si fuera poco, el nombre "Consorcio Empresarial Marsal" no aparece registrado ante el Sistema de Información Empresarial Mexicano de la Secretaría de Economía y durante las supuestas capacitaciones, las personas que laboran en el lugar no quisieron proporcionar la razón social y R.F.C. del consorcio.
Según el director de la Policía Cibernética de la SSP-CDMX, Juan Carlos Montesinos, dentro de un proceso de selección nunca se puede obligar a una persona a adquirir algún producto, servicio o dar una remuneración a cambio de ingresar a algún empleo.
"Una vez que se realizaba el depósito se perdía contacto con la empresa que los estaba reclutando y en ese momento se concretaba como tal un fraude", asegura el directivo.
A principios de este año, la SSP-CDMX emitió una ciber alerta o alerta preventiva contra la ciberdelincuencia por "Fraude por supuesta contratación de personal para distintas empresas y/o entidades de gobierno", que se mantiene vigente.