Después del incendio devastador que dejó este lunes la catedral de Notre Dame parcialmente destruida, se inició el recuento de los daños y la evaluación de los pasos a seguir para la restauración de uno de los monumentos más visitados de Europa.
La aguja de Viollet-le-Duc, que se alzaba a 93 metros del suelo, y el campanario situado en la parte posterior de la nave desaparecieron al comienzo del incendio, igual que el armazón del siglo XIII, conocido como El bosque por la cantidad masiva de roble que se usó para construirlo.
Uno de los órganos de Notre Dame, obra de Aristide Cavaillé-Coll, también estaría dañado. El gigantesco instrumento musical, construido entre los siglos XV y XVIII, cuenta con un total de ocho mil tubos y una caja adornada con autómatas, y había sido restaurado en 2014
Es demasiado pronto para hacer un diagnóstico total y un inventario del desastre, pero el órgano parece estar perjudicado. Franck Riester, ministro de Cultura
De acuerdo con el presidente Emmanuel Macron la reconstrucción se llevará a cabo en cinco años. En un mensaje a la nación dijo también que "el día de ayer, todas las personas en la ciudad dieron lo que tenía, agradeciendo el trabajo de la policía y del cuerpo de bomberos".
No debemos olvidar que nosotros los franceses tenemos la responsabilidad de darle continuidad a la nación francesa.
El costo de su restauración podría alcanzar varios centenares de millones de euros que bien podrían ser cubiertos con las donaciones de millonarios y empresarios franceses que hasta este martes han prometido aportar más de 600 millones de euros.
Entre los voluntarios se encuentran la familia de Bernard Arnault, propietario del grupo de productos de lujo LVMH que anunció una donación de 200 millones de euros. Los Bettencourt, herederos de L'Oréal, también destinarían 200 millones de euros y la familia de François Pinault, esposo de Salma Hayek y propietario del grupo Kering, que comercializa marcas como Gucci o Yves Saint Laurent, pretende donar 100 millones de euros.
Licitaciones públicas
A diferencia de las catedrales de otros países o de la de Estrasburgo (este de Francia), que no pertenecen al Estado, la restauración de la catedral de París obedece a las complejas reglas de las licitaciones públicas: las empresas seleccionadas echan mano de subcontratistas, quienes a su vez pueden recurrir igualmente a otras empresas. Estas pueden incluso contratar a "personas poco cualificadas" en las obras, según un arquitecto que pidió el anonimato.
- El interior de la catedral podría ser reabierto al público rápidamente, tal como lo desearon el gobierno y el arzobispado. Ocurrirá una vez que se pueda verificar la solidez de la estructura del monumento.
Se requerirán estudios largos y minuciosos para evaluar las bóvedas que pudieron haber quedado fragilizadas por sendos choques térmicos sucesivos, primero el fuego y luego el agua, que saturaron vigas.
Pérdida para el patrimonio
Restablecer la silueta original de la catedral no supone un problema mayor. Pero las magníficas armaduras, sobre todo las del coro y la nave, con sus rastros de historia desde el siglo XII, se perdieron para siempre. Este conjunto era uno de los más bellos de Francia y se trata de una gran pérdida para el patrimonio, como testigo de un saber hacer, transmitido de generación en generación.
Sobre las armaduras de madera de roble aún no se sabe si quedarán exactamente igual porque su reconstrucción podría ser más rápida con estructuras metálicas o de cemento.
- La reconstitución de la aguja no debería suponer ningún problema, puesto que ya se hizo en el siglo XIX
¿Qué causó el incendio?
Aún continúan las investigaciones para determinar qué causó el devastador incendio que hizo que se hundiera parte del techo y la aguja de la emblemática iglesia. Las autoridades privilegian la pista de un accidente mientras la empresa que realizaba las obras en la catedral de París, asegura que "fueron" respetadas todas las normas de seguridad.
Cuando se declaró el incendio, ningún empleado de la empresa Le Bras Fréres estaba ahí, aseguró el presidente de la compañía, Julien Le Bras. Eran doce hombres a los que se le habían asignado los trabajos de renovación.