Un día de estos, a las tres de la mañana, Betty se levantó para lavar, pues llegó el agua y no sabía cuándo volvería. Obdulio llenó envases con la lluvia para bajar retretes. La escasez de agua es otra calamidad que enfrentan los venezolanos.
En la cocina de Betty Díaz, en las entrañas de Petare, la mayor favela de Venezuela, todos los recipientes, grandes y pequeños, almacenan agua.
La docente de 63 años abre el grifo molesta: no sale ni una gota. La noche anterior no durmió, pues aprovechó que hubo agua unas horas para recoger y lavar ropa. Hacía cinco días que no llegaba. Esta morena robusta y de ojos grandes cuenta cómo cambiaron sus hábitos.
"Me baño con una botellita de Coca-Cola (con agua). Imagínate este cuerpito bañándose con una botellita de dos litros", dice entre risas.
La falta de agua es otro más de los problemas que enfrentan los venezolanos, en medio de una severa crisis económica con escasez de alimentos y medicinas y una hiperinflación que podría superar 13.8% en 2018, según el FMI.
"¿Por qué hay agua en otros países que no llueve?"
Desde hace meses, los racionamientos de agua se extienden por el país petrolero, a pesar de que alberga algunas de las mayores reservas hídricas del planeta, pero con una infraestructura descuidada, según especialistas.
"Dicen que es la sequía, pero en otros países que no llueve, ¿por qué hay agua? Estamos desde el 23 de marzo sin agua, nos hemos sostenido pagando (camiones) cisterna", se queja Pascualina Testa, una ama de casa de 52 años.
Norberto Bausson, expresidente de operaciones de Hidrocapital, la abastecedora estatal de agua, aseguró que 40% de los venezolanos sufre una severa escasez de agua y el otro 60% la recibe de forma irregular.
El experto indicó que, más que por la sequía, se debe a fallas de mantenimiento. "Hay tuberías que superaron su vida útil, se ha deteriorado el parque electromecánico. No se han terminado obras previstas para el primer decenio ni se han hecho embalses", precisó.
A los pies del cerro
Quienes no pueden pagar por agua, deben ingeniárselas. Obdulio Álvarez, habitante de San Juan de los Morros, en el centro del país, cuenta que sus vecinos y él van cada mañana a un pequeño río a abastecerse.
En las faldas de El Ávila, la inmensa montaña que bordea Caracas, cada día cientos de personas recogen agua de pequeñas tuberías que bajan del cerro.
Juan Brito, jubilado de 82 años, siempre busca agua para tomar en la montaña. A su casa, en las afueras de Caracas, no llega desde hace un mes y no puede pagar por botellas de agua mineral.
Con su jubilación mensual, de 1.4 millones de bolívares (medio dólar), no compraría ni 10 litros. "No podría, por eso vengo", señaló.
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