El plan del presidente Donald Trump de celebrar el Día de la Independencia con festejos en el Monte Rushmore ha generado fuertes críticas de parte de organizaciones nativas que consideran el monumento como una profanación de tierras que les fueron arrebatadas violentamente y utilizadas para rendir homenaje a líderes hostiles.
Varios grupos dirigidos por activistas nativos están organizando protestas para la visita de Trump el 3 de julio, víspera del Día de la Independencia, en su campaña de "remontada" de una nación agobiada por la enfermedad, el desempleo y, últimamente, el malestar social.
El evento de Trump incluiría un sobrevuelo de aviones de guerra sobre el monumento de 79 años en las Black Hills de Dakota del Sur y una muestra de fuegos artificiales.
Pero esto sucede en el marco de una rendición de cuentas del racismo en el país y un reexamen del simbolismo de los monumentos en el mundo. Muchos nativos dicen que Rushmore es tan objetable como los monumentos a la Confederación esclavista que están cayendo en todo el país.
El Monte Rushmore es un símbolo de la supremacía blanca, el racismo estructural que está vivo y activo en la sociedad actual", dijo Nick Tilsen, miembro de la tribu oglala lakota y presidente de la agrupación activista local NDN Collective.
Trump ha expresado ser fan del Monte Rushmore
Algunos activistas, como Tilsen, quieren que se retire el monumento y se devuelva las Black Hills a los lakota, mientras que otros reclaman una parte de los beneficios económicos del turismo en la región.
Trump siempre ha expresado fascinación por el Monte Rushmore. La gobernadora republicana de Dakota del Sur, Kristi Noem, dijo en 2018 que el presidente le dijo una vez, con mucha seriedad, que soñaba con que tallaran su rostro en el monumento. Posteriormente, en un acto de campaña, hizo bromas acerca de aparecer junto a George Washington, Thomas Jefferson, Teddy Roosevelt y Abraham Lincoln.