Unas 125 mil personas se manifestaron en Francia este sábado, en la cuarta jornada de protestas de los "chalecos amarillos", de acuerdo con el ministro del Interior, Christophe Castaner, que anunció también casi mil 400 detenciones.
Hubo mil 385 arrestos (...) y esta cifra va a aumentar. Hubo 975 detenciones preventivas y habrá más", declaró el ministro del Interior Christophe Castaner.
El ministerio dio también un balance de 118 heridos entre los manifestantes y 17 entre la policía.
En París entraron en acción por primera vez en la historia de la ciudad los vehículos blindados de la gendarmería para apagar barricadas, en la cuarta jornada de manifestaciones de los "chalecos amarillos", llamados así por las prendas fluorescentes que visten.
Este sábado por la noche, el primer ministro, Edouard Philippe, intentó rebajar la tensión y prometió que el presidente Emmanuel Macron "hablará y propondrá medidas para nutrir el diálogo". "Hay que tejer de nuevo la unidad nacional", añadió en una breve declaración retransmitida por televisión.
Disturbios en provincias
Aunque la calma prevaleció por la mañana en el resto del país, por la tarde comenzaron los enfrentamientos en algunas ciudades de provincias.
En Burdeos (suroeste) una marcha de "chalecos amarillos" degeneró al final del recorrido con el lanzamiento de cocteles Molotov por parte de algunos manifestantes. La violencia empañó también las protestas en Lyon (este) Saint-Etienne (centro), Marsella (sureste) y Toulouse (sur).
Sin embargo, otros manifestantes lamentaban este sábado los destrozos.
"Que destruyan los bancos, las multinacionales, no me importa, pero los pequeños comercios, es algo totalmente estúpido", consideraba Anthony, un manifestante de 23 años.
La furia amarilla
Esta ola de manifestaciones comenzó el 17 de noviembre en oposición a un aumento de los impuestos a los combustibles, que posteriormente se convirtió en un reclamo generalizado por el encarecimiento de la vida y el aumento de la desigualdad en Francia a causa de las políticas económicas adoptadas por el gobierno de Macron.
Tim Viteau, un desempleado de 29 años, participó en las manifestaciones por tercer sábado consecutivo. Él y su pareja se vieron obligados a volver a casa de sus padres porque no podían pagar el alquiler. "¿Cómo vamos a tener hijos? Yo también quiero niños".
Los "chalecos amarillos" lograron que Macron diera marcha atrás en el aumento del impuesto en gasolina. Sin embargo, continúan exigiendo un aumento al salario mínimo y a las jubilaciones, en medio de reclamos hacia un gobierno que consideran desconectado de su pueblo.
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