Trabajar sin descanso y nunca resignarse ante el horror. Esta es la máxima de Denis Mukwege, el doctor que "repara" a las mujeres violadas en el este de la República Democrática del Congo (RDC) y que este viernes ganó el Premio Nobel de la Paz junto a la yazidí Nadia Murad.
A dos meses y medio de unas cruciales elecciones en RDC, el jurado del Nobel ha recompensado asimismo a una de las voces más críticas hacia el régimen del presidente Joseph Kabila, más escuchada en el extranjero que en el propio país.
"El hombre deja de ser hombre cuando no sabe dar amor ni esperanza a los demás". Denis Mukwege? en 2015 a los empleados del hospital de Panzi que dirige en Bukavu
Tiene 63 años, está casado y es padre de cinco hijos. Estudió en Francia, donde pudo trabajar, pero no lo hizo. Optó por regresar a su país y quedarse en él durante los momentos más oscuros.
Su padre, un pastor pentecostal, le ha inculcado la fe. Es muy creyente y "vive sus valores en todo lo que hace" y sobre todo "nunca se da por vencido", cuenta una europea que colaboró con él varios años en Panzi.
Su combate por la dignidad de las mujeres víctimas de los conflictos que devastan el este de la República Democrática del Congo desde hace más de 20 años lo expone a todo tipo de peligros.
Acostumbrado a las amenazas
Una noche de octubre de 2012 escapó a un intento de atentado. Después de un breve exilio en Europa, en enero de 2013 regresó a Bukavu. No podía abandonar a sus pacientes.
Viaja a menudo al extranjero para alertar sobre la tragedia del este congoleño y denunciar el recurso a la violación como "arma de destrucción masiva" en las guerras.
Entre dos viajes al extranjero, como este año a Irak para luchar contra la estigmatización de las mujeres violadas yazidíes, se ve obligado a vivir recluido en su hospital bajo la protección permanente de soldados de la Misión de las Naciones Unidas en Congo (Monusco).
"El doctor Milagro"
El cirujano tiene manos prodigiosas. Lo llaman el "doctor milagro" porque gracias a él muchas mujeres han podido recuperarse. En 2015 obtuvo el grado de profesor de la universidad libre de Bruselas, donde defendió su tesis sobre el tratamiento de las "fístulas traumáticas urogenitales".
- Su labor le ha valido recompensas en Europa, Estados Unidos y Asia.
Este defensor de la dignidad humana desborda de energía, y en 2014 fundó un movimiento feminista masculino, V-Men Congo.
Y es imagen de una campaña mundial que incita a las grandes multinacionales a controlar sus cadenas de aprovisionamiento para asegurarse de que no compran "minerales de sangre", que contribuyen a alimentar la violencia en el este del Congo.
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