La dramática explosión del volcán Taal en Filipinas, el pasado domingo 12 de enero, provocó que cerca de 50 mil personas fueran evacuadas lejos de la zona de peligro, por la magnitud de la destrucción.
A cuatro días de la erupción del coloso de fuego, aún es posible observar la amenazante fumarola en la cima de Taal. El panorama es desolador, gran parte de las regiones afectadas lucen un ambiente de color grisáceo a causa de la expulsión de cenizas y la incandescencia.
En las calles se observa la destrucción del volcán filipino, la espesa ceniza cubrió todo a su paso y ahora sus habitantes buscan la manera de recuperar lo perdido durante el catastrófico evento.
Las familias evacuadas que viven en las zonas afectadas por la erupción del volcán Taal regresan a sus hogares para cambiarse de ropa, alimentar al ganado y a las mascotas. Así como para verificar los daños provocados a sus propiedades.
Decenas de personas han encontrado sus casas destruidas o dañadas por las fisuras y la gruesa capa de ceniza y barro expulsado por el volcán retumbante.
Cuando visité mi casa, nuestra cocina y terraza se habían derrumbado. Sentí ganas de llorar. Le dije a mi esposa que ya no teníamos una casa a la que regresar y que ahora no sabemos dónde vivir. Es como si un diluvio golpeara nuestro pueblo". Leandro Caraan, aldeano afectado.
Múltiples terremotos sacuden la región a diario y se están abriendo grandes fisuras en el suelo, lo que significa que el magma que alimentaría una gran erupción todavía fluye debajo.
Por ello, autoridades de aquel país advirtieron que la amenaza de una erupción potencialmente catastrófica en "horas o días" sigue siendo alta, a pesar de la "pausa" que ha tenido en arrojar cenizas, además, recordaron que el volcán que se encuentra al sur de Manila es uno de los más activos de aquel país.
Una larga pausa podría ser solo un descanso de la actividad volcánica. El peligro permanece". Maria Antonia Bornas, científica de la agencia de sismología de Filipinas.