El león Simba volvió a caminar y tuvo una nueva oportunidad en su vida gracias a que una protectora de animales lo salvó del maltrato que sufría en un balneario en Rusia. La historia del cachorro de león, al que le rompieron las piernas cuando tenía tan solo unos meses, conmovió al país en pleno momento de la pandemia de COVID-19: sus explotadores querían que se comportara manso durante el contacto con turistas que lo tomaban en brazos o posaban a su lado para tomarse selfis.
Al leoncito, lo rescató Karén Dalakián, director de una protectora de animales en la ciudad rusa de Cheliábinsk. Trasladar al cachorro a un lugar seguro no fue tan sencillo debido a las restricciones de movimiento en los aeropuertos por los que transitaron, impuestas para evitar contagios del nuevo coronavirus. A pesar de ello, los rescatistas consiguieron viajar con el felino a Cheliábinsk, con una escala en Moscú.
Cuando el animal dejó de ser funcional para los traficantes de animales que lo maltrataban, ya se encontraba desnutrido y deshidratado. Tras encerrarlo y encadenarlo en un granero, los hombres que lo vigilaban tenían contemplado venderlo, pero la suerte del pequeño león cambió gracias a una llamada de alerta.
Dalakián es un veterinario y si hoy el león Simba puede caminar se debe al esfuerzo que el médico ha puesto en su recuperación. El rescatista puso en marcha un plan para salvarlo y viajó 2,500 kilómetros para liberarlo de la situación en la que se encontraba. El proceso de rehabilitación del animal puede ser apreciado mediante la serie de videos que su héroe publica en la red social Instagram.
Las imágenes del estado en el que encontraron a Simba, antes de darle una nueva vida, han desatado indignación en Rusia, en contraste con la emoción que también han generado los videos sobre su recuperación.
El presidente de Rusia pide castigo a traficantes de Simba
El caso del león Simba se hizo tan popular en el país que incluso el presidente Vladímir Putin dio indicaciones para que se encuentre y castigue a los traficantes de animales que lo maltrataron.
Cuando el leoncito fue rescatado, presentaba sus patas rotas y una situación general muy deteriorada. Tenía una obstrucción intestinal grave. Comenzaron a tratarlo con antibióticos pare evitar su sufrimiento, pues cada movimiento le causaba un gran dolor.
Al proyecto de salvar a Simba, se sumó la protectora Sálvame y su caso sumó el esfuerzo de más gente, agencias de viajes, periodistas y activistas. Los veterinarios a cargo de su cuidado pidieron incluso asesoría de varios colegas en Sudáfrica, expertos en tratar leones en situaciones similares.
La edad de Simba le ayudó a que sus huesos cicatrizaran, esto permitió que pudiera caminar y ahora hasta salta, según lo que cuentan sus cuidadores.
Los culpables del maltrato aún no han sido identificados
Los veterinarios y activistas piden una investigación sobre lo sucedido en el caso del pequeño león Simba. Nadie sabe cómo es que el cachorro llegó a la ciudad balneario rusa de Izberbash, localizada a orillas del Mar Caspio.
Cuando la policía estuvo presente en el rescate del cachorro de león, los traficantes habían huido. Se sabe que suelen usar leones y tigres a los que rompen las piernas y torturan para que no se muevan; hacen lo mismo con pájaros y monos. Se dedican a explotar los animales con el turismo para venderlos.
La presión por el caso de Simba permitió rescatar a otro leoncito en Volgogrado. Lo ocurrido ha puesto reflectores en las mafias de tráfico de animales que operan en el sur de Rusia y que comercializan y explotan especies protegidas.