Pese a que el líder norcoreano, Kim Jong-Un, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aparentemente tienen poco en común, hay puntos que convergen entre ambos mandatarios, como el gusto por la provocación y una concepción teatral del poder.
Normalmente, es Kim Jong-Un el que suele distinguirse por sus declaraciones agresivas y sus amenazas; como cuando lo hizo hacia a Seúl y transformarla en un "mar de fuego".
Trump recurrió al mismo registro y amenazó a Pyongyang con "fuego e ira" en caso de un ataque nuclear, empleando la imagen del "fuego" nuclear tan apreciada por Kim Jong-Un.
El poder para ambos líderes
Ambos comparten el gusto por una concepción teatral del poder, Kim como heredero de un régimen, apoyándose en una intensa propaganda estatal, y Trump con su pasado de estrella de un programa de telerrealidad. Y el espectáculo no parece que vaya a terminar, pues los actores "le han tomado gusto" a su papel, predice John Delury, profesor en la Universidad Yonsei de Seúl.
No tan iguales
Pero, más allá de su retórica belicosa, la forma en la que los dos hombres llegaron al poder remite a dos mundos distintos. "Donald Trump quizá sea el presidente de EU más improbable que podíamos imaginar, mientras que Kim Jong-Un es el delfín designado", recuerda Delury.
Sin embargo, ambos tienen en común su obsesión por la lealtad y suelen rodearse de miembros de su familia. A ambos les mueve "asegurarse de que sus hombres dirigen el sistema. Es un rasgo común en Kim y Trump".
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