El homenaje nacional para George Herbert Walker Bush, el expresidente estadounidense fallecido el viernes a los 94 años, comienza este lunes con la transferencia de su ataúd de Texas a Washington a bordo del avión presidencial, ofrecido por Donald Trump para la ocasión.
Al igual que Gerald Ford (2006), Ronald Reagan (2004) o Richard Nixon (1994) antes que él, el 41º presidente estadounidense será enterrado según el protocolo de funerales del Estado, organizado con precisión militar por la fuerza del Pentágono a cargo de la protección de la capital.
George W. Bush, hijo del difunto y también expresidente, y otros familiares deben viajar a bordo del avión presidencial, así como el fiel perro de asistencia del fallecido exmandatario, el labrador Sully.
El ataúd se exhibirá en una capilla ardiente bajo la cúpula del Capitolio a partir del lunes por la noche. Una guardia de honor vigilará el féretro continuamente durante más de 37 horas, día y noche.
El próximo miércoles, día del duelo nacional, los funerales se llevarán a cabo en la Catedral Nacional, en Washington, como fue el caso de Eisenhower, Reagan y Ford.
El presidente Trump estará presente, al igual que Michelle Obama, que anunció la postergación de la promoción de su libro en Europa, y del ex primer ministro canadiense Brian Mulroney, que pronunciará un elogio fúnebre.
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