La situación que se vive en el mundo por el racismo no termina, esta vez, miles de españoles e italianos salieron a las calles para denunciar y sumarse a las protestas desatadas en Estados Unidos tras la muerte del afroamericano George Floyd.
En Madrid, los manifestantes, unos 3 mil según las estimaciones de la policía local, se reunieron a media jornada frente a la embajada de Estados Unidos, para condenar la muerte de Floyd, repitiendo sus últimas palabras "No puedo respirar".
Además, corearon los mensajes "No hay paz sin justicia" o "Vosotros los racistas, sois los terroristas".
Los inconformes se arrodillaron durante un minuto de silencio en señal de protesta contra los abusos policiales contra los negros. Luego marcharon pacíficamente hasta la emblemática Puerta del Sol, en el corazón de la capital.
Para Leinisa Semedo, una traductora de español de 26 años de Cabo Verde, "el racismo no conoce fronteras".
He vivido en China, Portugal, y ahora en España y en todos los países donde he vivido, he experimentado discriminación debido al color de mi piel", afirmó.
En Barcelona, en el noreste de España, cientos de manifestantes llenaron la plaza de Sant Jaume, donde se encuentra el gobierno regional. Con mascarillas y manteniendo su distancia, levantaron carteles en inglés para denunciar el racismo en España y Europa.
La organización Comunidad Negra, Africana y Afrodescendiente en España (CNAAE) convocó manifestaciones en 10 ciudades del país, desde Pamplona, en el norte, hasta el archipiélago canario, frente a la costa occidental de África.
Con el puño en alto, protestan contra el racismo
Por otro lado, en Roma, una espontánea manifestación congregó en la famosa Piazza del Popolo a miles de jóvenes que se arrodillaron en silencio, con el puño en alto, durante nueve minutos, el tiempo durante el cual el policía mantuvo su rodilla apoyada sobre el cuello de Floyd, hasta que éste falleció. Al levantarse, gritaron también: "¡No puedo respirar!".
En la manifestación de Roma, con muchos migrantes africanos, Michael Taylor, originario de Botsuana, acudió con toda su familia.
"Soy un africano blanco, y a veces siento miedo y el desprecio únicamente porque soy un extranjero. Imagínese cómo serían las cosas si yo fuera negro", afirmó Taylor.
"Es realmente duro vivir aquí", declaró por su parte Morikeba Samate, senegalés de 32 años, uno de los miles de migrantes llegados a Italia tras una peligrosa travesía por el Mediterráneo.
La indignación que provocó que cientos de miles de estadounidenses tomaran las calles para manifestarse después de la muerte de George Floyd el pasado 25 de mayo, se ha extendido progresivamente a buena parte del resto del planeta.