Con un cubreboca casero, estampado con la frase "las vidas indígenas importan", Vanderlecia Ortega dos Santos, una enfermera brasileña, se ofreció como voluntaria para brindar atención a su comunidad indígena en la ciudad de Manaus, debido a la crisis por coronavirus que se vive en Brasil.
Vanda, como le llaman sus amigos, trabaja tratando pacientes con cáncer de piel en una clínica de la ciudad. Sin embargo, desde que comenzó el brote pandémico, utiliza su tiempo libre para visitar casa por casa y rastrear posibles casos de personas infectadas con la COVID-19, monitoreando sus síntomas a través de un grupo de WhatsApp que creó.
Tan sólo en la última semana vigiló cerca de 40 casos sospechosos de coronavirus, de los cuales remitió a cinco personas en estado grave a los servicios de emergencia, incluida una anciana que tuvo que ser llevada en automóvil por falta de una ambulancia, ya que éstas regularmente se niegan a recoger a los enfermos graves porque no hay una clínica de salud pública cerca.
Debido a que estábamos tan desprovistos de asistencia pública, tomé la iniciativa de comenzar una campaña en las redes sociales para recibir donaciones de alimentos y kits de higiene". Vanderlecia Ortega dos Santos, enfermera voluntaria.
Esta enfermera receta a sus pacientes analgésicos y otras medicinas básicas, a la vez que ofrece orientación para limitar el contagio. Por ello, comenzó un taller en casa de su madre donde las mujeres cosen cubrebocas, para la comunidad.
A medida que la pandemia de coronavirus ha comenzado a extenderse por todo Brasil, los indígenas que viven en las ciudades y sus alrededores han quedado desprotegidos; ya que el Servicio de Salud Indígena del país (Sesai), enfoca sus recursos en aquellos que viven en reservas tribales y no en los que habitan en las ciudades, como es el caso de los habitantes de Manaus.
Nuestra gente está muriendo por esta enfermedad aquí, y no están siendo reconocidos como indígenas por el estado y Sesai". Vanderlecia Ortega dos Santos, enfermera voluntaria.
Manaus, la capital del estado de Amazonas, es el sitio que más sufre el brote de COVID-19 en Brasil, y Vanda es la única atención de primera línea que reciben más de 700 familias de la zona.
Además, las medidas de distanciamiento social impuestas por el gobierno para frenar el brote han afectado la economía local y han eliminado los ingresos de hombres y mujeres.
Hasta ahora, las autoridades han reportado 10 muertes indígenas por la pandemia en tierras nativas, pero se calcula que esta semana la COVID-19 ha cobrado la vida de al menos 18 indígenas brasileños más. No obstante, el número real de casos en aldeas a menudo remotas en el vasto interior de Brasil es difícil de determinar.