Nueva York no es el mismo desde que la pandemia de coronavirus llegó a Estados Unidos, y se convirtiera en el epicentro de la COVID-19 de aquel país, vaciando sus grandes y ruidosas calles y cambiando las 24 horas de vida de cada uno de sus habitantes, quienes luchan contra lo que Donald Trump ha llamado un "enemigo invisible", el SARS-CoV-2.
Ser voluntaria en Nueva York en tiempos del COVID-19
05:15 a.m., Carla Brown, quien dirige un programa de comidas sobre ruedas para personas mayores, comienza una nueva jornada que durante las últimas dos semanas ha sido de 12 a 14 horas continuas.
Su misión, dice, es "asegurarse de que las personas estén alimentadas y también seguras". Desde que comenzó la emergencia sanitaria, tiene que encontrar espacio en los camiones para más de 100 nuevas entregas de comida.
Docenas de pasajeros se amontonan alrededor del automóvil de Brown, autoridades de transporte les recuerdan que deben quedarse en casa, pero con el servicio reducido, se sientan o se paran hombro con hombro, dejando de lado el distanciamiento social.
Ser médico en Nueva York en tiempos del COVID-19
06:15 a.m. Joseph Habboushe, médico de urgencias en un hospital de Nueva York, cree que el brote de coronavirus es una guerra que viene librando desde hace un mes, sabe que como trabajador de la salud está en la primera línea de batalla.
Tiene miedo como todos en el mundo, "asusta pensar que en el trabajo es posible que uno se contagie. Nadie sabe qué pasa, no conocemos a nuestro enemigo", dice el galeno.
En su hospital, Habboushe se apresura a camillas con personas que luchan por seguir respirando. Son conectados a ventiladores, si es que los hay disponibles, y cuando eso no funciona, ponen a los pacientes boca abajo, esa es otra estrategia que parece ayudar a respirar.
Al final de su jornada, este doctor verá a 25 pacientes, y debe asegurarse de que todos salgan de la sala de emergencias con vida.
Ser parámedico en Nueva York en tiempos del COVID-19
A las 12:00 p.m. en el sur del Bronx, Travis Kessel, paramédico de Nueva York, se registra para iniciar su turno de 12 horas en la Estación Médica de Emergencia 18.
Con sólo 28 años, carga el equipo en su ambulancia e ingresa al sistema de emergencia. Quince segundos después, recibe su primera llamada de auxilio.
Casi sin pensarlo, asume que se trata de un caso positivo de COVID-19, porque desde hace un tiempo, él sabe que todos deben asumir que cualquiera puede estar infectado.
Desde que la pandemia tocó suelo americano, Kessel dice que enfrenta una lucha por ayudar a salvar vidas y una para no quebrarse, porque mientras habla, las sirenas resuenan en la acera frente a la estación y comienza a llorar.
Al final del día, los paramédicos de Nueva York responderán más de 5 mil llamadas de urgencia, haciendo ver que las 3 mil 500 llamadas que llegaron el 11 de septiembre, tras el atentado a las Torres Gemelas, sean pocas.
Ser taxista en Nueva York en tiempos del COVID-19
Y mientras esto ocurre, Nicolae Hent conduce su taxi por calles vacías en busca de pasajeros. Una hora después consigue su primer viaje, en el Hospital Monte Sinai.
Él sabe que ahora ahí están los clientes, y aunque ya antes de la pandemia su oficio se había visto afectado por la competencia de taxis por aplicación, aún podía sacar 300 dólares en un día, ahora con suerte podrá ganar 100 dólares, por casi 24 horas de trabajo, donde sus principales clientes son generalmente médicos y enfermeras, Hent dice "sentir la obligación de transportar a los trabajadores de los hospitales".
New York, New York& en tiempos de coronavirus
Antes de que comenzase la pandemia, la ciudad más grande y bulliciosa de Estados Unidos hacía honor a su fama, pero el coronavirus la paralizó, causando muertes desde el Bronx hasta Wall Street y más allá.
Ahora lo único que rompe el silencio de sus grandes calles sin importar la hora, son las sirenas de las ambulancias. Las calles que se decía "estaban cubiertas de oro", ahora se ven llenas de guantes desechables.
En 24 horas Nueva York puede registrar más de 200 muertos a causa del coronavirus, se cree que ya ha superado el número de víctimas que hubo durante los ataques del 9/11.
Sin embargo, 8,5 millones de neoyorquinos siguen luchando cada día por ganar la batalla a la COVID-19.