La Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos rechazó las apelaciones interpuestas por la defensa del mexicano Rubén Ramírez Cárdenas, condenado a muerte, por lo que en cuestión de minutos se llevó a cabo su ejecución.
Ramírez Cárdenas, de 47 años, recibió la inyección letal tras ser acusado por el asesinato de Mayra Laguna, el cual se llevó a cabo en el Valle del Río Grande, en el sur de Texas, en febrero del año 1997.
Cuando el guardia le preguntó si quería decir unas últimas palabras, el mexicano respondió: No, señor .
Posteriormente, Ramírez respiró un par de veces al momento en que empezó a administrársele la dosis letal de pentobarbital y después empezó a roncar. En menos de un minuto su cuerpo dejó de moverse y su muerte fue certificada 21 minutos más tarde.
La ejecución del mexicano fue demorada mientras el máximo tribunal de Estados Unidos examinaba la apelación interpuesta por la defensa.
Los abogados solicitaron postergar la ejecución alegando que no tuvieron tiempo suficiente para apelar un sobreseimiento de un tribunal inferior a una demanda de derechos civiles, argumentando el derecho de Ramírez Cárdenas al debido proceso, ya que, según la defensa, sus derechos civiles fueron violados porque las autoridades de Texas no permiten el acceso a la evidencia de forma que pueda ser sometida a nuevos exámenes de ADN.
La confesión
Cabe mencionar que, la estudiante de secundaria asesinada fue secuestrada de su habitación en McAllen, y su cadáver fue encontrado horas más tarde en un canal cerca de un lago. Durante una confesión a la policía, Ramírez Cárdenas dijo que él y un amigo se llevaron a la chica en el auto de su madre, que él tuvo relaciones sexuales con ella y luego la golpeó cuando ella peleó con él después de que la desató para dejarla irse.
No había planeado hacer esto, pero estaba colocado de cocaína , dijo en aquel entonces a las autoridades.
Por su parte, la abogada de Ramírez, Maurie Levin, había señalado, como parte de la defensa, que las declaraciones de los testigos eran poco fiables, había pocas pruebas físicas que vincularan a Rubén con el crimen y que su confesión se obtuvo tras 22 horas de aislamiento y de intensos interrogatorios policiales.
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