El acuerdo de la canciller Angela Merkel para salvar su gobierno, que prevé la expulsión de migrantes que lleguen a Alemania, provocó este martes críticas y cuestionamientos en Austria e Italia, donde podría tener un efecto dominó.
Ante la presión del ala más derechista de su coalición gubernamental que amenazaba con cerrarle la puerta, Angela Merkel aceptó de hecho acabar definitivamente con su generosa política migratoria iniciada en 2015, cuando su país recibió 1,2 millones de solicitantes de asilo.
El acuerdo in extremis alcanzado el lunes en la noche entre su partido de centro derecha (CDU) y el muy conservador partido bávaro CSU, prevé la instalación de "centros de tránsito" en la frontera entre Alemania y Austria para colocar a aquellos solicitantes de asilo que ya fueron registrados en otro país de Europa.
Viena acusó este martes a Berlín de no haberlos tomado en cuenta. "En ningún momento fuimos consultados", se quejó en Luxemburgo el jefe de la diplomacia austriaca, Karin Kneissl, según declaraciones citadas por la prensa de su país.
Si el gobierno alemán valida el compromiso alcanzado el lunes por la noche "estaremos obligados a tomar medidas para evitar desventajas para Austria y su población", explicó el gobierno austriaco en un comunicado. Dice estar "dispuesto a tomar medidas para proteger sus fronteras en el sur especialmente", con Italia y Eslovenia.
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