Crecían las preocupaciones este sábado sobre la salud física y psicológica de 150 migrantes que pasaban su décimo día a bordo de un buque guardacostas italiano mientras el gobierno en Roma insistía que otros países de la Unión Europea los reciban.
El buque guardacostas Diciotti rescató a los migrantes que estaban en la embarcación de unos traficantes el 16 de agosto. Desde entonces ha estado anclado en Sicilia y el gobierno italiano se ha negado a permitir el desembarque a menos que otras naciones europeas acepten a algunos de los migrantes.
Tras una visita al Diciotti, anclado en el puerto de Catania, 16 migrantes fueron desembarcados por razones médicas, dos de ellos aparentemente con tuberculosis, según trascendidos.
El jefe de la agencia de la ONU para los refugiados hizo un llamado encendido a Italia para que les permita desembarcar y a los países europeos que se hagan responsables de los solicitantes de asilo, muchos de los cuales son jóvenes que huyen de la represión en Eritrea.
El alto comisionado de la ONU para los refugiados, Filippo Grandi, dijo en Ginebra que es hora de poner fin a una competencia para ver quién se hace menos responsable de la gente rescatada en el mar.
Exhortó a los países europeos a hacer lo correcto y ofrecer lugares de asilo a las personas rescatadas del mar Mediterráneo en el momento que más lo necesitan.
Sin embargo, el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, mantiene su posición intransigente de que los migrantes continúen a bordo hasta que otros países miembros de la UE se hagan cargo de ellos.
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