Una "cortina de abrazos" fue instalada en una casa de retiro la ciudad brasileña de Sao Paulo para permitir a los abuelitos abrazar a sus seres queridos a través de una protección plástica, a pesar de la pandemia de COVID-19.
"¡Qué bien que me sentí, la extrañé tanto!", dijo Silvio Nagata, de 68 años, después de abrazar por largo rato a su hermana mayor, Luiza Yassuko, de 76, residente en la casa de retiro 3I Bem estar, ubicada en el acomodado barrio de Morumbi.
Debido a la pandemia, no pude visitarla, especialmente por mi edad, porque también soy parte del grupo de riesgo. Es un sistema excelente, es genial poder tomarla en mis brazos", dijo conmovido por este funcionario jubilado.
Las enfermeras desinfectan cuidadosamente la gran cortina de plástico, equipada con grandes bolsillos para que los visitantes y residentes puedan deslizar sus brazos después de cada visita.
Algunos platicaron algunas anécdotas en medio de la emoción por la cortina de abrazos: "Éramos 12 hermanos y hermanas y ella es prácticamente una madre para mí. No se casó para cuidarnos".
Residentes y visitantes también deben usar guantes protectores negros con mangas largas que llegan hasta los hombros.
Cuando vimos que esta pandemia iba a durar mucho tiempo, tuvimos que encontrar una forma segura de que las familias vieran a los residentes y que los ancianos supieran que sus seres queridos estaban pensando en ellos", dijo Maira Martins, terapeuta ocupacional en la casa de retiro.
Para los visitantes, la sensación de tomar a un ser querido en sus brazos es muy conmovedora en este momento, cuando el distanciamiento social supone evitar cualquier contacto físico, sobre todo, con los abuelitos.
El estado de Sao Paulo es el más rico y poblado de Brasil, con 46 millones de habitantes, pero también el más afectado por el coronavirus, con 172,875 casos confirmados y 10,581 muertes, según el último informe oficial.
"Es bueno para ellos, pero también para nosotros. Ha pasado un tiempo desde la última vez que abrazamos a alguien", dice Murilo Meira, de 51 años, que vino a visitar a Nair da Costa Marques, de 90, a quien una enfermera ayuda a levantarse de su silla para recibir el tan esperado abrazo.
Brasil es el segundo país del mundo con más muertes y personas infectadas, después de Estados Unidos.