Los drones que se usan en Italia miden la temperatura a la gente que se encuentra en la zona y además, emiten mensajes que invitan a los habitantes a permanecer en casa tras el avance del nuevo coronavirus COVID-19 en la región.
Drones con tecnología en Italia
En el pueblo de Treviolo, en el norte de Italia, hay drones que no se limitan a detectar a quienes incumplen con el confinamiento, sino que, además, les toma la temperatura a distancia.
- Además, tienen voz propia con la que invitan a la gente a respetar el confinamiento que se estableció en la zona.
La monótona voz mecánica advierte:
La violación de las reglas conlleva sanciones administrativas y penales".
En Treviolo, una localidad de Lombardía de 11 mil habitantes, situada a las fueras de Bérgamo, el COVID-19 se ha llevado por delante una cincuentena de vidas.
Una situación que, según el alcalde y gran parte de la población, justifica el uso de dos drones para vigilar las calles del centro y sus alrededores. Sobre todo aquéllos que cuentan con el sensor de temperatura y el formato de voz.
Así funcionan drones
"Elevamos el dron a 25 metros y cuando este detecta personas, lo bajamos para tomar la temperatura de las personas con más precisión, pero de todas formas, es algo aproximado", explica Matteo Copia, responsable de la policía local, cuyos agentes manejan los aparatos.
- En su pantalla de control, se ven dos siluetas con colores más o menos cálidos, que permitirían detectar cualquier caso de fiebre sospechosa.
Si la "temperatura corporal parece anormal, enviamos una patrulla para que tome la temperatura con un termómetro y establecer si la persona se encontraba en cuarentena obligatoria y la ha violado, o si estaba en autoconfinamiento y ha salido por motivos de salud", señala el policía.
Además, con los sensores térmicos, el dron también puede detectar a los infractores nocturnos. La mayoría de los ciudadanos de Treviolo comprenden que la policía recurra a drones para controlar una pandemia que, oficialmente, ha matado a más de 10 mil personas en la región (es decir, a uno de cada mil habitantes).
Una cifra que solo refleja parte de la tragedia, pues no tiene en cuenta a los enfermos a los que no se les realizó la prueba de COVID-19 y que fallecen en casa.