El tango encuentra en las clases virtuales resquicios por donde filtrarse en tiempos de aislamiento social, pero la COVID-19 deja a los tangueros sin el abrazo, la razón de ser de esta danza que apasiona a muchos argentinos ávidos de ir a bailar a las milongas.
"El abrazo representa el 100% del tango. Lo que nosotros hacemos es paliar una necesidad de la gente que quiere aprender, corregir, pero lo esencial es el contacto con el otro", dice Jonathan Villanueva, profesor de la academia de tango Estilo y Elegancia, que ahora dicta sus clases de técnicas por Facebook debido a que la cuarentena por el nuevo coronavirus (Orthocoronavirinae) le impide dar sus lecciones en un espacio rodeado de personas.
Las milongas, tradicionales espacios de encuentro de aficionados a bailar tango, están cerradas por tiempo indeterminado, ésta es una consecuencia más de la pandemia del COVID-19 en Argentina por la que se inició el confinamiento desde el pasado 20 de marzo.
- Algunos maestros dictan clases por las redes, ya sea para despuntar el vicio o para mantener un mínimo ingreso de dinero.
Por la cuarentena, el tango se toma una pausa. Vamos a ver cuándo y cómo retomarlo. Para los profesores independientes, es muy traumático no saber cuándo vamos a volver a trabajar y a nuestra vida habitual es una situación económica muy mala", Jonathan Villanueva, profesor de tango.
A sus 35 años y con dos décadas de bailarín, es la primera vez que da clases virtuales. Desde el patio cubierto de su casa en Buenos Aires, muestra los pasos y da indicaciones a los alumnos que no ve. Invita a utilizar una silla a modo de imaginaria pareja de danza, también suele recurrir a la pared o a un palo de escoba como elementos de respaldo.
Quien filma y transmite la clase es Jorge Vargas, su pareja de baile y también profesor.
Sin abrazo no habría tango pero como no nos podemos abrazar, vamos al siguiente escalón que es la técnica, así cuando nos volvamos a ver solamente nos abrazaremos y bailaremos", sueña este tanguero de 27 años.
Karo Pizzo, autora de "Técnicas de tango para la mujer", de 43 años, también dicta clases desde su casa en Benito Juárez, a 400 km de Buenos Aires. La siguen alumnos de varios lugares del planeta que perfeccionan distintos aspectos técnicos.
Al final de la clase, me agarra una especie de angustia. Extraño bailar", dice Pizza.
La magia de las milongas
En aislamiento obligatorio como todos los argentinos desde el 20 de marzo, Carolina Andohanin toma clases vía streaming con María Plazaola y Susana Miller. Con ellas en tiempos normales se formó en la Academia del Tango Milonguero que funciona en El Beso, un local del centro de Buenos Aires donde se arman milongas a diario.
Andohanin se dice afortunada porque convive con un milonguero, lo que le permite bailar pese a la cuarentena, pero afirma que "no se compara con ir a la milonga".
La magia de llegar, encontrarte con tus amigos milongueros, escuchar la música en el salón, pisar la pista, la expectativa de con quién bailaré. Con cada milonguero los abrazos son distintos, todo eso se pierde bailando en casa", sostiene Carolina.
La milonga es para muchos aficionados la única actividad social. Allí se baila un tango salón, despojado de las acrobacias del tango escenario, que practican profesionales e impactan en los espectáculos.