Sentados en un anfiteatro de un hospital de la periferia de Roma, una decena de médicos y enfermeros con mascarillas y batas blancas cierran los ojos y retienen la respiración, durante una sesión de relajación para el personal médico que lucha contra el coronavirus.
Este instante de descanso de una hora, proporcionado para ayudarles afrontar la angustia relacionada con el virus, les permite evacuar la tensión acumulada.
Los participantes están expuestos al objeto que les da miedo y su nivel de ansiedad aumenta, por eso está previsto un momento de relajación", dijo la profesora Cinzia Niolu en el anfiteatro del hospital universitario de Tor Vergata.
Al inicio de la sesión, se entrega un cuestionario a cada participante: "¿Cuál es tu nivel de preocupación con respecto a la situación actual?", "¿Temes estar contaminado?", "¿Estás preocupado por tus familiares?", "¿La calidad del sueño se ha visto afectada?". Después, cada uno puede hablar para compartir su vivencia.
Incertidumbre del miedo por COVID-19
En la última fila del anfiteatro con butacas de color azul, la enfermera Emanuela Bertinelli, cuya expresiva mirada emerge por encima de la mascarilla, se pregunta: "¿Cómo vamos a vivir mañana? Es mi mayor miedo, la incertidumbre sobre el futuro. Es algo que llevo mal. Pues no hay ninguna certeza, no se sabe si va a terminar ni cuándo".
Se siente aliviada por poder hablar durante esta sesión, corta pero intensa, que permite "afrontar situaciones de crisis y estresantes, como la pandemia de COVID-19", explica el organizador, el profesor Alberto Siracusano, director del departamento de psiquiatría y de psicología clínica del hospital Tor Vergata.
Para el profesor Siracusano, esta técnica de "análisis psicológico colectivo", usada a menudo en escenarios de guerra o durante catástrofes naturales como terremotos, permite "aumentar la resiliencia individual y la resiliencia de grupo" ante una crisis sin precedentes, que ya ha causado más de 18 mil muertos en Italia.
"No debemos temerle al miedo, debemos enfrentarlo", insiste este profesor, quien reconoce que él mismo no escapa a la psicosis colectiva.