En las accidentadas costas francesas, entre paredes rocosas contra las que se rompen las olas de mar, los amantes de las emociones fuertes exploran la naturaleza del sitio practicando el recientemente famoso coasteering.
Desplazarse por una pared rocosa contra la que estallan las olas del mar, y luego saltar al agua para nadar hasta una gruta, es tan sólo un ejemplo de lo que exige practicar coasteering, debido a que se trata de una actividad física que mezcla una serie de acciones simultaneas como nadar, escalar y saltar.
Si bien esta actividad surgió en la década de los años 90, actualmente se ha convertido en un pasatiempo popular de última moda que cada día gana más adeptos en las costas francesas, especialmente en la Costa Azul, en Bretaña y en Normandía.
Una de las atracciones en la ruta de práctica es la llamada Gruta del diablo, una roca horadada con una forma parecida al conducto de una chimenea, la cual es sólo accesible por mar, por la que sale la espuma producida en las tormentas invernales.
Los practicantes realizan sus expediciones equipados con casco, traje de neopreno y zapatillas deportivas con la intención de explorar y retar a los imponentes acantilados galos.
Esta actividad es un reto de fuerza y emociones en sintonía con la naturaleza que se ofrece como una alternativa para descubrir el medio ambiente.
A pesar de ser una actividad que está autorizada en Francia, no está reconocida como tal, por lo que sus practicantes se han visto obligados a llamarla como espeleología al borde del mar.
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