Leidy veía antes de irse a la cama esa noche de 2011. Para entonces Francia ya era invidente. Dos enfermedades les quitaron un sentido pero agudizaron otro: el tacto, que ahora les ayuda a detectar cáncer de mama en Colombia.
Leidy García y Francia Papamija son dos de las cinco mujeres ciegas o con baja visión capacitadas en la ciudad de Cali para combatir el cáncer de mama, el tipo con mayor incidencia en el país latinoamericano con siete mil nuevos casos y dos mil 500 muertes al año.
Fueron instruidas...
Pero lo que hacen no es un don ni nada similar, estas jóvenes fueron instruidas en 2015 con un método del médico alemán Frank Hoffmann, quien hace una década señaló que los invidentes tienen facilidades para detectar nódulos -agrupación de células-, que pueden ser la primera manifestación de esta enfermedad.
"Las personas con discapacidad visual tienen un aumento de su sensibilidad, hay un mayor tacto y mayor discriminación de los elementos", dijo el cirujano Luis Alberto Olave, coordinador del proyecto Manos que Salvan Vidas del Hospital San Juan de Dios de Cali, en el oeste del país.
Al año se detectan unos 71 mil nuevos casos en el mundo. Con el apoyo del banco de desarrollo de América Latina CAF, el método aterrizó en Cali, tras probarse en Alemania y Austria.
Fueron seleccionadas cuatro colombianas y una mexicana de entre 25 y 35 años sin problemas vasculares o neurológicos que alteraran su sensibilidad. Tras recibir formación se graduaron como auxiliares examinadoras táctiles. Desde entonces, han evaluado a más de 900 pacientes.
En Cali se repitió la experiencia alemana. Mientras una mujer en el autochequeo detecta masas de entre 15 y 20 milímetros y un médico de 10, las invidentes hallan nódulos de ocho milímetros.
Luchar contra estigmas
Hace seis años que Leidy tiene una ceguera casi total. Su carrera de ingeniería topográfica se vio truncada de un día para otro por una trombosis cerebral que le hizo perder la visión en el ojo izquierdo y le redujo considerablemente la del derecho.
"Las personas que ven bien son muy visuales, o sea que se dejan guiar por lo que ven. Yo me ubico mucho por el tacto y el oído", apunta esta chica de 26 años.
Leidy palpa los senos de sus pacientes guiándose con una cinta amarilla y roja, en la que en cada centímetro hay un relieve para señalizar los nódulos localizados.
Al detectar una masa le avisa a un médico y éste, según el caso, ordena exámenes para descartar o confirmar el cáncer. Sus evaluaciones duran hasta 45 minutos, mientras que las tradicionales no pasan de 10.
Oportunidad de trabajo
Antes de ser auxiliadoras táctiles, Francia y Leidy no tenían trabajo, como el 62% del medio millón de discapacitados visuales en Colombia, un país de 48 millones de habitantes. La cifra es siete veces mayor que la media de desocupación colombiana, según el Instituto Nacional de Ciegos.
"Esto a mí me cayó como del cielo", cuenta Leidy.
Olave considera que ésta es una opción para dar empleo a invidentes y por ello aspira a abrir una nueva convocatoria en el primer trimestre de 2018.
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