"Lo siento, quiero que vengas conmigo al cielo", es lo que le decía un taxista a sus pasajeros, luego de asegurar que era un atacante suicida y que traía puesto un cinturón con explosivos.
Las víctimas entraban en pánico y le imploraban que los dejara; sin embargo nunca se imaginaron que eran grabados por una cámara oculta y que todo se trataba de una pesada broma.