Sufren de mobbing cerca del 51% de los profesionistas mexicanos
La cultura mexicana facilita este fenómeno laboral.
Al menos 51% de los profesionistas mexicanos han padecido acoso laboral (mobbing), mientras que en el mundo suman 12 millones, aproximadamente, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En México, todos en algún momento lo han padecido, “por nuestra cultura nos parece normal que alguien sea molestado en la escuela, oficina y hasta e la familia”, expuso Griselda Zúñiga Ruiz, estudiante de posgrado de Administración de Organizaciones, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El término mobbing, explicó Zúñiga Ruiz fue acuñado por Heinz Leymann, doctor en Psicología del Trabajo, pero quien lo estudió por primera vez fue el etólogo Konrand Lorenz, quien al analizar el comportamiento de ciertas aves, observó que éstas formaban conjuntos para atacar a un individuo.
Al principio, Leymann hablaba de “bullying” (acoso escolar), pero conforme avanzaron sus indagaciones determinó que el acoso laboral es diferente al que se da en las escuelas, pues más que físico es psicológico.
Hay mobbing si un grupo tiene actitudes hostiles contra un compañero a fin de aislarlo; se observó que la víctima normalmente es una persona brillante y, por lo mismo, es vista como una amenaza por sus atacantes.
La estudiante de la UNAM indicó que para no confundirlo con un conflicto eventual, éste debe darse “mínimo una vez a la semana y por lo menos durante seis meses”.
Zúñiga Ruiz, quien como parte de su tesis de maestría realiza la investigación "El mobbing y sus repercusiones organizacionales", señaló que en México es común molestar a alguien en la escuela, la familia o el trabajo.
Existen tres tipos de acoso laboral, explicó: ascendente, cuando es del subordinado al jefe (muy raro); horizontal, entre compañeros (más frecuente y fuerte), y descendente, del jefe al subordinado, lo que también es llamado “bossing”.
Para afrontarlo lo primero que hay que hacer, enumeró, es saber en qué consiste; luego, detectar si hay casos en la organización; después, establecer estrategias de intervención para víctima y acosador, y al final —y quizá lo más importante— diseñar protocolos de prevención.
Es peor correr al acosado o al acosador, como hacen las empresas privadas, o rotarlos, como pasa en las instituciones públicas, porque el mobbing se puede convertir en una epidemia, concluyó Zúñiga Ruiz.