Gobierno japonés recurre a las mujeres para salvar la economía
La mano de obra femenina se ha convertido en prioridad.
Durante mucho tiempo relegada a casa, la mano de obra femenina se ha convertido en la prioridad del gobierno japonés ante la falta acuciante de trabajadores pero para ello las empresas tendrán que cambiar sus prejuicios sexistas.
"Una sociedad en la que resplandezcan las mujeres". Este el deseo del primer ministro conservador Shinzo Abe que reunió este viernes un "Davos femenino", con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, como estrella.
Sin embargo, serán necesarios más que buena voluntad y simposios pomposos, dice la socióloga Muriel Jolivet, especialista de Japón donde vive y enseña desde hace décadas. Se necesita, sobre todo, "una revolución" incluso en un país que no se caracteriza precisamente por ser muy rebelde.
Bajo el impulso del gobierno que acaba de nombrar cinco mujeres en el gabinete, un movimiento favorable parece perfilarse.
Varias empresas se han comprometido recientemente a promover más mujeres a puestos de responsabilidad, como Panasonic, ANA o Toyota. Pero los obstáculos son numerosos. "Más vale avanzar paso a paso" para evitar "fracasos contraproductivos", dice el consejero delegado de Nissan, Carlos Ghosn, que considera demasiado "ambicioso" el objetivo del primer ministro de que para 2020 haya un 30% de mujeres en puestos de responsabilidad, frente al 11% actual.
El fabricante de automóviles proyecta aumentar su 7% actual al 10% para 2017. "No quiero tomar riesgos", asegura el directivo que rechaza una decisión "artificial para plegarse a la moda del momento".
Cuidado también con las promociones a cualquier precio para cumplir los objetivos. "Siempre queda la duda de que la persona ocupa su cargo no por mérito propio sino por cuota", advierte Jolivet.
Pese a la adopción en 1985 de una ley sobre igualdad de oportunidades en el empleo, "el mundo empresarial es muy masculino, igual que el mundo de la política", explica la profesora.
Símbolo del "sexismo", las "O.L." (office lady), otrora destinadas a convertirse en esposas de jóvenes empleados, pueden ahora aspirar a más "y hacer carrera en igualdad de condiciones con los hombres". Pero al precio de muchos sacrificios, como "aceptar regresar a casa todos los días a medianoche" o ser trasladadas sin aviso previo a la otra punta del país, lamenta Muriel Jolivet, "por lo que el matrimonio se presenta como una buena solución".