“La Tuta”, el rey de unas montañas protectoras que acabaron siendo su cárcel
Enrique Galindo dio un recorrido por la sierra de Aguilillas.
Desde el aire, la sierra de Aguilillas es inabarcable y desde el suelo cualquiera siente estar en medio de la nada, una inmensidad que le sirvió al capo Servando Gómez "La Tuta" para esconderse durante meses de las autoridades mexicanas.
En los meses previos a su fuga a Morelia, la capital de Michoacán, el delincuente más buscado de México se sirvió de esta sierra que tan bien conoce para escabullirse.
"Es la tierra de ellos y sabían perfecto cómo moverse", dijo el comisionado de la Policía Federal, Enrique Galindo, quien este lunes acompañó a un grupo de periodistas a recorrer desde el aire la zona y visitar dos lugares en los que el líder de “Los Caballeros Templarios” se escondió.
Calcular cuántos refugios tenía "es imposible". "Él podía llegar y quizás, con buena voluntad lo recibían, y si no con violencia. Eran casas privadas, se metía y despojaba", contó el comisionado.
A casi dos horas en helicóptero de la capital mexicana y tras sobrevolar Apatzingán, el bastión durante años de “Los Caballeros Templarios”, se llega aterrizando en un improvisado helipuerto de terracería a La Cucha, una pequeña finca donde “La Tuta” se escondió varias veces.
Por tierra, Apatzingán, el municipio más cercano, se encuentra a solo 38 kilómetros, lo que se traduce en una hora y media en un vehículo todo terreno o a caballo, uno de los métodos de transporte más usados por el narcotraficante para transitar veredas.
La vivienda más cercana a La Cucha es precisamente el rancho donde fue abatido en marzo de 2014 el entonces líder del cartel, Nazario Moreno, alias "El Chayo". Pocos días después caería Enrique Plancarte y “La Tuta” quedaría como el máximo dirigente del grupo.
La Cucha, cuenta Galindo, fue el último lugar de la sierra en el que se ubicó el capo "hace unos ocho o nueve meses", antes de sentirse acorralado en su sierra, que acabó siendo su cárcel.