Con imposición de ceniza, inicia iglesia católica la Cuaresma
La ceniza es un símbolo para aceptar el sacrificio, el dolor, la austeridad y los actos de piedad.
El cardenal Norberto Rivera Carrera encabezó la ceremonia del Miércoles de Ceniza, rito con el que la iglesia católica, da inicio a la Cuaresma.
Luego de recibir la ceniza e imponerla a los canónigos de la Catedral Metropolitana, el prelado exhortó a practicar una nueva moralidad y a multiplicar los actos de humildad, austeridad, piedad, de justicia y de caridad.
Pidió obras nuevas de justicia y amor para con el prójimo, así como nueva relación con el entorno, “no sólo dejar el mal sino ponerse en el campo de Dios”.
Con el color morado de marco, en señal de luto por la pasión de Jesucristo, el arzobispo primado de México refirió que la Cuaresma tiene su sentir cuando se encamina a la celebración de la Pascua, a celebrar la Pasión, muerte y resurreción del Señor.
Recordó que la ceniza es un símbolo para aceptar el sacrificio, el dolor, la austeridad y los actos de piedad que ayudarán a cambiar de rumbo; aunque advirtió la necesidad de reconciliación con Dios.
Rivera Carrera sostuvo que la Cuaresma va más allá de acciones exteriores, actos que "el Profeta” tiene presentes, y dijo que la verdadera penitencia no consiste en “rasgar las vestiduras sino en canvertirse de corazón, en cambiar y dirigirse hacia el Señor".
No es solo cuestión de cambiar de actitudes, de obras; la conversión lleva un elemento mucho más importante, regresar a Dios; abrirle e corazón y aceptarlo en la propia vida, insistió el jerarca católico.
La Arquidiócesis Primada de México invita en esta época a la confesión y penitencia, "por nuestros muchos pecados debemos hacer penitencia y la Iglesia nos propone este tiempo de la Cuaresma como propicio para hacerla. Penitencia será, ante todo, reparar el daño que hicimos en lo posible”, dijo.
La Iglesia propone tres formas clásicas de penitencia: ayuno, reducido al Miércoles de Ceniza y al Viernes Santo; abstinencia; limosna, que consiste en hacer obras buenas y, dar no sólo dinero sino tiempo y lo que sabemos; y la oración.