Sufren niños de Ferguson consecuencias por muerte de joven negro
Tienen prohibido hablar del tema en el salón de clases.
Elijah, de seis años, toma el micrófono del reportero, enfrenta a la cámara y relata el drama que sacude a su vecindario.
"Fue un muy mal día", afirma al momento de mirar hacia el lugar donde Michael Brown, un joven negro desarmado que recibió seis balazos mortales de un policía blanco.
"No me gustó, fue muy muy feo. Tuve que quedarme en casa, no pude ir a la escuela y hoy bloquearon la calle. Mataron a un chico, justo aquí, en la calle", recordó.
Ya es difícil para los adultos manejarse ante un incidente que súbitamente puso a este suburbio de St. Louis en la mira de un nuevo debate sobre las relaciones raciales y la actitud de las autoridades en Estados Unidos en el siglo XXI.
Tanto más complejo lo es para los niños, cuyas dos primeras semanas de clases fueron canceladas en medio de continuas protestas, frecuentemente violentas.
Muchos chicos recordarán los últimos días de este cálido y húmedo verano, en el que escucharon por primera vez los disparos de gases lacrimógenos y balas de goma para dispersar las protestas, o la primera vez en que acompañaron a sus padres en una marcha.
- Los maestros planean -
En días pasados, maestros, consejeros y personal docente de la región de St. Louis debatieron sobre criterios para tratar el trauma de los estudiantes, cuando se reanuden las clases.
En la escuela del distrito de Riverview Garden, que comprende el barrio residencial donde murió Brown, los maestros recibieron instrucciones de no permitir que el incidente se convierta en tema de discusión en la clase.
Los estudiantes que quieran hablar sobre ello deberán ser derivados a los trabajadores sociales y consejeros, según el cotidiano St. Louis Post-Dispatch.
En el cuidado césped de la Avenida Canfield Drive, donde un improvisado memorial marca el lugar donde cayó Brown, los niños encontraron el viernes otra manera de expresarse: con la ayuda de crayolas, marcadores, hojas de papel y máscaras blancas, alentados por voluntarios adultos, crean su propia narrativa colectiva.
El mural resultante, de 2.5 metros de largo incluye diversos collages y la frase "Creo que venceremos", debajo de un corazón púrpura y naranja.
- Conscientes del miedo de sus padres -
"Muchas veces los niños comprenden lo que está pasando, saben que los adultos están asustados", dijo Elizabeth Vega, una artista de St Louis, que trabaja con frecuencia en escuelas y centros de detención.
"Pero procesan el duelo jugando y con frases cortas. Esto es para permitirles que expresen (lo que sienten) de manera segura y que trasciende el lenguaje", dijo.
"Eso se ve en las máscaras", agrega, señalando una decorada por una chica con pintura roja.
"Para mí, es como sangre", recuerda Vega que le dijo la niña.
June Glover, miembro de la Iglesia cristiana de la liberación en St Louis, que dirige un centro permanente de asistencia psicológica, señala que es vital que los niños tengan un espacio seguro en el que puedan expresar lo que sienten.
"Sólo hablar y darles la posibilidad de expresarse y sentirse bien con ello", dijo.
Glover recomendó, también a los adultos, usar algo que haga las veces de un "punching bag", una almohada por ejemplo, para descargar la agresividad: "Es de esperar que cuando vean a sus hijos enojados, reflexionen".