Al rescate de los perros callejeros de Sochi
Activistas por los derechos de los animales en Sochi los recogen y les buscan hogar.
Alexei pone atención al Labrador medio cruzado que merodea en la parte trasera de su cafetería. El perro se acerca obediente tras escuchar su silbido. Alexei lo acaricia y de inmediato lo acurruca como si fuera un bebito recién nacido.
Abriéndose paso entre los sorprendidos transeúntes, Alexei se lleva al can —que también está sorprendido— a su automóvil estacionado a la vuelta de la esquina y lo acomoda en el asiento de atrás.
Alexei forma de una docena de activistas por los derechos de los animales en Sochi que se han alarmado ante las noticias de que la ciudad ha ordenado la matanza de miles de perros callejeros antes y durante los Juegos Olímpicos de Invierno. Estos activistas recogen a los perros de las calles para llevárselos a sus casas o refugios temporales antes de encontrarle un dueño en otra parte.
Ver a perros callejeros en las ciudades rusas es algo habitual, pero con el enorme proyecto de construcción de los Juegos, la población de canes en Sochi y su Parque Olímpico se ha disparado. Útiles en la tarea de guardianes, los perros fueron alimentados por empleados de las obras. Una vez que se completaron los trabajos, estos perros— quedaron en la calle.
Esta noche, varios de esos perros tendrán una vida distinta.
Dina Fillipova, la esposa de Alexei, ha pillado a uno en Svetlana, un barrio en el centro de Sochi. Luego que Alexei recogió al Labrador, la pareja se dirigió a dos refugios. Cuatro perritos indefensos esperan ser recogidos en uno de los refugios, mientras que uno más terco está en el otro.
"Adoro a los perros, pero eso es lo de menos", dijo Fillipova. "Incluso si eres una persona que no te gustan los niños y no quieres ser padre, cuando uno ve a un babé tirado en la calle sangrando o te enteras de gente mala que les hace daño, uno quiere hacer algo para rescatarles".
Pasada la medianoche, Dina y Alexei estacionan su auto en un callejón del suburbio de Dagomys, a la espera de un intermediario. La camioneta de la era soviética se acerca. El conductor estrecha la mano de Alexei y ambos abren las cajuelas. Los perros son colocados en la camioneta, para el asombro de un par de hombres pasados en copas que andaban cerca.
Alexei puede terminar así la noche y regresar a su casa. La siguiente misión se encuentra ahora a 120 kilómetros a lo largo de la costa del mar Negro.
Son las 3 de la madrugada y el auto repleto de perros llega a una plaza en la localidad de TuapseIgor.
Ivan Airapetian, un empresario retirado es quien conduce la camioneta con matrícula de Moscú. Airapetian estrecha la mano de otro conductor. Se trata de su amigo Zamir Aslanov, quien ha manejado 1.600 kilómetros (1.000 millas) desde Moscú y está casi exhausto. Ahora será el turno de Airapetian de regresar a casa.
Cuando le preguntan sobre la suerte de los perros, Airapetian da cuenta sobre criadores y la gente que los adoptará.
Sochi está repleta de perros callejeros, pero los activistas lamentan las actitudes de los rusos que tratan a los perros como juguetes que son fáciles de desprenderse.
"Los perros viven en sitios de construcción, son alimentados por los obreros, les ponen nombres", dijo Fillipova. "Una vez se complete la construcción, los perros se quedan sin dueños".
La esperanza de Airapetian es que la atención que la prensa internacional ha prestado los últimos días a los perros callejeros estimule a las autoridades a que pongan fin al tratamiento cruel de los perros.
Cuando se le consultó sobre las matanzas, la alcaldía de Sochi respondió con un comunicado de prensa en el que anunció la apertura de una perrera.
"Ojalá que esto hemos visto no se tenga que repetir", dijo Airapetian.